ESTRAVAGARIOSIGLO21

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lunes, 18 de diciembre de 2017

Todo es perpetuo en el atardecer.









Todo es perpetuo en el atardecer.
Queda en la retina de quien mira
las sombras en genuflexión
ante el paso del cáliz y los óleos sagrados
en las manos del cura vestido con su estola,
y acompañado con el sonoro tintineo
con que toca a muerto una campanilla
llevada por un niño vestido de monaguillo.

Todos contemplan apesadumbrados
la casa a la que ha llegado la hora
y murmuran “a otro que lo llevan al Señor”



f.




domingo, 17 de diciembre de 2017

No hay palabras que resguarden la oscuridad de los ancianos









No hay palabras que resguarden la oscuridad de los ancianos.
Contemplar el mundo y murmurar es su trabajo
mientras en el carasol del otoño
perdura su vida entre las hojas movidas por el viento…
Las sombras descienden sobre ellos
y sentadas a su lado les siembran de voces el silencio.



f.




viernes, 15 de diciembre de 2017

El silencio en la oscuridad










El silencio en la oscuridad
de los armarios, y sus lunas
picadas de llanto, de tantas noches
demoradas y de insomnio.
Ya no quedan mudas viejas,
pero persiste para siempre
un aroma lejano a membrillo,
a lavanda,
y el ritmo indescifrable de la quera.



f.



jueves, 14 de diciembre de 2017

Y saber de la tormenta










Y saber de la tormenta,
del viento húmedo galopando en el bosque.
Y saber del relámpago,
umbría de todo lo que se hace silencio
cuando el cielo se rompe en dos,
como golpeándolo con una hacha, quebrándolo,
y se convierte en la columna vertebral del incendio.




f.




miércoles, 13 de diciembre de 2017

Siento el silencio golpear la tarde






Siento el silencio golpear la tarde.
Las calles bajo el azul grisáceo
oscuro y luminoso del pavimento.
Pasan despacio los vehículos
como una fuente elevando el agua,
mientras los hombres a cubierto
contemplan murmurando deshacerse el cielo.


f.


martes, 12 de diciembre de 2017

He alcanzado la altura de un hombre










He alcanzado la altura de un hombre,
la longitud exacta de mi sombra cubre el atardecer.
Camino desde los arrabales
allí, donde todo tiene la medida de lo anónimo.
El lugar donde con el espíritu arrasado
solo se escucha la música en los tejados del zureo de las torcaces.



f.




domingo, 10 de diciembre de 2017

Me duele la blancura








Me duele la blancura,
el azahar dulce del atardecer
cuando suena el eco de las esquilas.
Queda en las manos el último romero
y en la espalda el hilo de luz que aniquila el sueño.



f.



sábado, 9 de diciembre de 2017

Más allá de la noche









Más allá de la noche
el quejido del viento trae su llanto.

Un hombre sabe descender a los infiernos
y agrupar sus pérdidas al alba.
Se escucha el canto de un salmo.
Arrecia la lluvia.
Desde sus pasos se dirige al final de la calle.
No hay nada de reposo.
Nada de trascendencia
salvo el pausado caer de hojas a sus píes.



f.




viernes, 8 de diciembre de 2017

No queda ya la cadencia de la siembra









No queda ya la cadencia de la siembra.
Vuelan los pájaros negros
y anida el silencio en las cárcavas.
Miro las huellas frescas en el barro,
es el protocolo de la noche en el corazón
con su rojo hilo de sangre derramada.


f.



jueves, 7 de diciembre de 2017

He traído de lejos el fuego del olivo









He traído de lejos el fuego del olivo,
la holgura del quehacer de la serpiente,
un día de lluvia sin reparos
mientras contemplo en el campo
la soledad del barbecho.


f.




miércoles, 6 de diciembre de 2017

Se ha sembrado la luna de amaranto









Se ha sembrado la luna de amaranto.
Cubre de lágrimas la línea del cielo.

Hay guirnaldas dulces en la sombra,
mientras vuelan al Sur los últimos pájaros
dejando rastros azules en el corazón.

Trae a mí la ira
un poco de esa costumbre
de abandonarme
al lamento de los bárbaros.



f.



Entre nosotros no hay distancia








Entre nosotros no hay distancia,
solo nos habita un surco de agua
y su ir y venir en los márgenes de la esperanza.
El invierno nos deja su escarcha blanca
reluciendo en las primeras briznas del alba.

No he vengado la verdad,
solo he podido beber el acíbar en su boca.



f. 



lunes, 4 de diciembre de 2017

Dentro de mis párpados









Dentro de mis párpados
se esconde el miedo y crece la luz.

He sentido hervir el agua.
La nieve es ya un goteo de lumbre.
Las uvas del otoño
tienen el sabor de un año
que lentamente nos ahoga.


f.




domingo, 3 de diciembre de 2017

De lo que nunca sé surge la luz










De lo que nunca sé surge la luz.

Cae sobre mí el precipicio de la palabra.
Escucho al delator contar en el ábaco una a una sus miserias.
Las campanas traen el eco de la eternidad
mientras las calles se hacen deudoras del viento.
Hay nieve que por su pureza se abandona a ser espejo del sol.
En mis manos solo queda el abismo, la intrascendencia.



f.




La inmensidad puede ser mi mano cerrada llena de arena










La inmensidad puede ser mi mano cerrada llena de arena.

Subo desde el suelo a la torre donde prendo el ángaro.
Hay nieve en las cumbres.
En mi memoria todo se hizo del fuego del silencio
El viento es un cuchillo que habla el idioma del acero.
He sembrado luces en el estribo de la tarde
y las nubes guardan la llave para ahogar las emociones en su viaje al este.


f.



jueves, 30 de noviembre de 2017

Poemas de Noviembre 2017





Nov. 2017










La holgura de nosotros se deja la calima de todo lo que hemos sido.


No tengo en mis manos más verdad que tu silencio.








Frecuento el camino de los cipreses.


Escucho en ellos el sonido del viento.


La calma extendida sobre un suelo de ceniza.








En el mármol blanco las palabras cobran sentido.


Son como balas de plomo sobre el corazón.


El epitafio que nos reserva la eternidad.









En las manos queda el aroma del espliego.


La ropa recogida en arcones.


Los muertos que nunca se olvidan


en esa verdad de semillas y raíces propias.









Somos recuerdo.


Todo lo que sostengo en mis manos


tiene remansos de dolor,


agua amarga que sigue fluyendo.








Desaparecer es el final del viaje a Ítaca.


No suenan esos versos en el corazón


Pero la piel sabe que nada perdura.








Perdura la cadencia de ser.


Uno a uno todos los misterios se abren ante ti…


aunque seguramente no sepas descifrar cuál es el sentido de la vida.








Cae la niebla como un poso


que nombra lo inevitable.


Las hojas han caído.


Mi corazón se ha dejado


pedazos entre esa muerte diaria.








La urdimbre de la ira sabe guarecerse en mis venas.


No hay grito más profundo que este que desembala la noche.




10º



Sin puentes,


la aurora ha dejado su bruma sobre la tierra.


Yo ya soy la huella de lo que he sido.


Lo anterior al olvido.




11º



Respirar como un faro.


Un morse de luz y oscuridad.


Ese símil es todo lo que tengo


en las noches de insomnio


con la brasa incandescente de un cigarrillo.




12º




La herida, a veces es


como una llama que ilumina y pregunta…


Un constante por qué?





13º



Cuando la voz se hace ceniza


y el viento trae su eco,


los murmullos ya no son nuestros…


son de los muertos.




14º



Ciertas palabras quedan siempre en el corazón.


Uno va calibrando su densidad


y sosteniendo en solitario su valor eterno.





15º



No sostengo más que un mundo diminuto.


En él la luz adormece el frío incesante del mármol.




16º




Frente a toda esta oscuridad


sigue el niño preguntando


por sus juguetes de hojalata


y su descabezado caballo de cartón.




17º



Algo de este tiempo de bruma va a quedar en el corazón.


Las huellas han dejado un surco abierto,


una senda por donde solo se escucha hablar al silencio.




18º



Los muelles del otoño guardan la cadencia de nuestros pasos.


Suenan inesperados entre la madera de los barcos.


El mundo duerme, el muelle susurra la humedad del otoño.



19º



De nuevo somos lo imperceptible.


Nada de ayer que asemeje a un salto de agua…


Quizás nos quede entre las manos el aroma del otro


Un hilo de luz que lentamente se va apagando.




20º



Prescindo de los últimos salmos.


La oquedad es una hondura sin nombre.


Tierra sobre tierra,


un cúmulo de voces llamando al silencio.



21º



Después de irnos la estación permaneció vacía.


Hay ausencias que guarda el tiempo


y trenes que nunca vuelven a pasar.




22º



La ceniza cubre mis manos


No recuerdo la brasa donde nacieron


aunque en mi dedos


quede para siempre la marca del fuego.




23º




Contemplo la línea del infinito.


Preveo un lugar sin palabras


donde todo tenga el valor de una mirada,


el peso de una huella de pájaro,


la señal de la ceniza entre los dedos.




24º



Abro este mes al barbecho.


Noto los surcos que guardan silencio.


Morir o dejar que el tiempo solo sea un estado de ánimo.




25º



No encuentro el lado amable del silencio.


Una jauría de lobos incendian la noche…


percibo el vaho de su aliento rodear mi cuerpo.




26º



Una pregunta cae sobre mí.


No siento nada más


solo un sabor amargo a cicuta…


la metáfora del veneno


me trae a ti.



27º



La memoria dibuja sobre el tapiz


las largas noches del verano.


Ahora dejo en la mesa viejas cartas


donde solo se leen voces de invierno.




28º



El auriga a su paso desnuda el amanecer.


Señales de lumbre y de silencio.


El precio de la batalla


también tiene tu nombre grabado.



29º



Siento el peso de la ceniza sobre mí.


Nadie vendrá a alcanzar mi mano.


Solo pájaros y la fuerza del silencio


arriman su camino al mío.




30º



Y ahora que todo es como siempre


un poco de lo que te daña


y va hurgando en tu corazón


como un gusano manso…


¿Cómo decir más de este noviembre que cesa?







lunes, 6 de febrero de 2017

domingo, 5 de febrero de 2017

Escucho los latidos de un ángel






Escucho los latidos de un ángel.
Entre las manos me queda el polvo de sus alas.
Un sueño nocturno de puentes levadizos,
el azul y no el blanco satinado de sus labios en mi pecho.
Se ha disuelto un aroma a sándalo
como el humo de un incendio lejano,
he sentido en mi boca
el almizcle en que se junta un silencio y la palabra,
la voz de los sasánidas, la música de un persa,
el laúd envolviendo con sus notas los últimos pasos de la noche.




f.







Ella...








...

ella que sabe trepar como las hiedras
y descolgarse en pétalos de rosa sobre mi boca.



f.




Reúno una gavilla de sensaciones








Reúno una gavilla de sensaciones,
la mies del tiempo en un verano largo.
Tengo un ábaco cubierto de preguntas,
una certera llama,
la noche pronunciándose en el fuego.

Dudas respirándome en el pecho.

Cada latido una flor, una amapola,
un ramillete de cerezas,
una rosa roja olorosa y esquiva.
Todos los pájaros solitarios,
las luces derramadas en los charcos,
la violencia del viento en las esquinas,
rastros de ellas entre las gotas de la lluvia,
el dolor del silencio
contenido en un amanecer de invierno,
la nieve, la escarcha, el rocío…
cuerpos delatándome entre las sábanas
lo promiscuo de un deseo.

Algo contiene este puente que cruza el desierto,
ese faro habitado por el diablo,
una mirada sin más búsqueda que la certeza
de que todo es imposible y por eso se busca.

El saber de los bosques en los ojos,
el recorrido que el mar deja en la boca,
cada puñado de centeno entre los dedos,
la miel de abejas laboriosas
o el escanciado fruto de lagares,
todo viene a mí envuelto en la luz
o derramándose sobre mi pecho
como un estigma doloroso
o una desazón que se reposa
entre los pliegues volubles de mi desconcierto.



f.




No cabe la noche entre tus dedos fríos








No cabe la noche entre tus dedos fríos.
Una mirada de nieve puede derrocarnos,
tendernos en mitad de este silencio
y escribir allí, con lágrimas, lunas de basalto.




f.




Ahora sé tanto como tú






Ahora sé tanto como tú,
he oído el canto de los pájaros,
una sombra
no deja de ser
más que un aliento de voces,
ese vaho de latidos en que te siento,
cuando segundo a segundo,
vencemos el miedo
al amarnos.



f.







Un rumor de palomas levanta el día






Un rumor de palomas levanta el día.
Nada puede ser más rotundo que el quiebro de su zureo
y el transito que nos hace volver a sentir el frío,
el rocío que deja en la oquedad del alma.
Siempre encuentro en tu mirada las preguntas,
las que ocultamos detrás de las cortinas
y rehacen el diario desenlace que arrastra la vida.
Hay un silencio fiel aguardándonos en el café
como si no supiéramos abrigar el esfuerzo de la noche,
cuando nos encontramos habitando en lo nocturno,
ebrios de lances, bebiéndonos el uno al otro,
devorando el sendero,
los cóncavos caminos de humedad.
Hay veces que el deseo
sabe más de nuestros cuerpos
que nosotros mismos.



f.




martes, 17 de enero de 2017

Recuerdo...








Recuerdo ciertas manchas de humedad que tenían forma de delfín en el techo y junto al aroma perenne de su cuerpo, la tibieza de imposibles y sus recodos pequeños de ebriedad, estaba el goteo constante de la taza del water y el sonido cercano de los expresos nocturnos con su sabiduría de raíles gastados y sueños rotos.
Así y todo, vuelvo aquí, desembarco en este pueblo de mar, llego a sus playas que ya no son como entonces eran, paseo al lado de los viejos hoteles, ahora cerrados, templo de nuevo mi cuerpo en las antiguas tabernas del puerto, me rodeo de voces extrañas que hablan de cosas que desconozco, mientras afuera llueve el invierno con sus duras mareas y sus pocas horas de sol. Todo esto no me da para más que aferrarme a algunos minúsculos detalles, un simple devenir de mis miradas ante el efecto del paisaje en mi memoria, allí, junto al nuevo pantalán, respiro el olor a yodo y sal y miro el horizonte, tan fuera y tan dentro...distante y lejano...como todo lo que me trae ante mí, sin saber por qué, el tiempo.



f.



lunes, 16 de enero de 2017

FAROS XLII (último)










Tuve el amor junto al mar,

era un ángaro encendido día y noche,

donde se agitaban siempre las gaviotas,

me quemaba con su fuego de isla

y dejaba reposar,

junto a su sombra, mi corazón.


El agora de mis palabras

se perdió en la nieve,

la luz del invierno creció en su mirada...

pero es justo saber de esas huellas invisibles

que horadarán siempre mi memoria.



f.












lunes, 9 de enero de 2017

FAROS XLI






Del lado oscuro del nosotros,
una línea larga y azulada
que guarda nuestro dolor, nuestra palabra,
desde allí, he recorrido el trecho solitario de la bruma,
sintiendo la falta de tus manos pequeñas,
tu boca susurrándome las cosas que no olvido,
tus sentidos llegándome adentro,
como cuando una marea inunda playas solitarias...
ahora enciendo bujías en el agua,
dejo señales sonoras en el viento,
como todos los faros sostengo a pulso las horas,
en medio de la ausencia,,
dejando en el aire mi voz que te conoce.



f.














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