Un rumor de palomas levanta el día.
Nada puede ser más rotundo que el quiebro de su zureo
y el transito que nos hace volver a sentir el frío,
el rocío que deja en la oquedad del alma.
Siempre encuentro en tu mirada las preguntas,
las que ocultamos detrás de las cortinas
y rehacen el diario desenlace que arrastra la vida.
Hay un silencio fiel aguardándonos en el café
como si no supiéramos abrigar el esfuerzo de la noche,
cuando nos encontramos habitando en lo nocturno,
ebrios de lances, bebiéndonos el uno al otro,
devorando el sendero,
los cóncavos caminos de humedad.
Hay veces que el deseo
sabe más de nuestros cuerpos
que nosotros mismos.
f.
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