húmeda, caída insuperable,
arbitrio de dudas.
Tú, erguida,
desnuda,
arrebatada sobre la cama,
aferrada a mis caderas,
fundida en el bronce,
en la carne,
en el yugo férreo...
dándolo todo
en un segundo eterno.
Entre los puentes una huella
puede traer tantas voces
como pasos hizo para llegar a él.
F
Vengo de lejos y París es una lluvia de incesantes trazos.
Cruzo las avenidas,
bulevares de nombres que me quiebran con su peso
y me pierdo entre los árboles que nadie recuerda.
He visto unas mujeres abrazadas,
hermosas y alegres
parecen despreocuparse del invierno
y no sé decirles más que es imposible
tanto gozo en un día así…
Ellas se ríen de mí y me dicen: “monsieur nous sommes à París”.
Será verdad que mis huellas saben más que yo
y aceptan este juego equivoco
que ilumina la tarde como un fogonazo
y me desliza en el alma la sensación de la primavera.
Trázame en la penumbra una senda de astros,
el dibujo imperfecto donde demorarme
y escuchar respirar la hondura de la noche.
Siento un dolor de preguntas y palabras con recodos,
centímetro a centímetro en tu piel se hacen reflejos del agua
como azuladas piedras que se escancian y se disuelven en ti...
ahora te miro y veo entre tus ojos la incertidumbre,
la humedad en tu boca
y esa parte de la derrota
en que se convierte toda victoria pírrica.
Despacio he reunido en ti un puzzle de caminos y senderos,
tengo un mapa de tu cuerpo en mi memoria ciega,
así, adivino el lugar perfecto para que me beses,
que parte de tu espalda te hace estremecer,
cuando el silencio sólo trae gemidos
y desde donde debo alimentar tu deseo.
Despacio…el tiempo me regala tu geografía.
Mis dedos saben de horizontes
donde el fuego te quema entre sus surcos.
Mis labios caminan
entre sendas fogosas de luces y de vida,
y yo soy la pantera, oscura, felina,
carnívora de ti y de todo lo que tu placer desea.
He abierto un espacio de luz
entre el bosque de cedros y de hayas
que forma el deseo de tu cuerpo,
y en la geografía de tus anhelos
he dejado el recorrido exacto de mis dedos
para cuando yo me vaya.
De "El error de las hormigas"
Tus labios rozan el cáliz,
apenas te siento
crece el viento y su escalofrío.
Del Libro "El Alhaquín"
F