Quizás la tarde sea un rosario de bienes.
Afuera nadie conserva el deseo,
hay ardientes muros donde se refleja la sangría,
una sombra es a veces una penumbra para el alma.
Tú y yo entre estas cuatro paredes
hemos detenido el tic tac de nuestro pequeño mundo.
No sé más que perderme entre tus dedos,
saborear el almizcle que me ofreces antes de devorarte como presa,
aunque nadie conoce mejor que tú toda la magia que posees.
Intento subir por tus piernas
al paso lento del sendero que me marcas.
Cruza una ambulancia la avenida,
parece el resuello de la fiebre,
el resorte que te hace despertar.
Ahora me dominas el cuerpo,
tu boca me sustrae y me transporta,
puedo sentir tu respiración en mi pubis,
los golpes de timón y la marea
mientras me pierdo mirando la paloma de Picasso
y entre mis dedos tu pelo se hace una ensortijada selva.
9 comentarios:
me has recordado las tardes calurosas de M.D. y su amante de China, cuando el calor se concentraba en una pequeña estancia, afuera el bullicio extraño a la pasión que se vivía en su interior... que se detenga el reloj...
un abrazo
Sumergirse en la profundidad de la pasión, donde los cuerpos se reconocen con el recorrido de unos labios ansiosos. Abrazos.
Para la pasión nada mejor un pequeño refugio, donde se suspenda el tiempo, donde todo pueda pasar alrededor sin perturbar nuestros momentos.
Un saludico!!
Fantástico, tardes así hacen que todo merezca la pena :-)
Vale... ahora ya estamos a cuarenta grados luminosos, tanto adentro, como afuera de la tarde, Fernando.
Besos acalorados.
Vaya, la ola de calor no era el aire sahariano que decían los hombres del tiempo...
Muy excitante tu poema amigo.
Un saludo
pasión y extasis sucumben enlas horas ....
muakismuakis
Tiempo detenido pasión desbordada, uff
Besos
Alba
qué dos tardes sin tiempo...
beso
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