Condúceme despacio por este fértil campo que es tu cuerpo.
No me dejes adelantar mis pasos por el deseo.
Mis ansias apenas relajan mis músculos
y me hago pequeño y torpe ante ti.
Respiro y siento el olor de mi devoción.
Sabia en el rumor de los incendios
sabrás llevarme por lo lento y lo preciso.
Jungla. Bosque. Todos los pájaros volando.
Mi boca seguirá tus gemidos,
el eco oportuno de un estremecimiento,
el sabor sincero de un escalofrío,
buscará cada recodo húmedo
en que mi saliva pueda deshacer un sueño.
Tú regirás el don y su sendero
mientras cerco tu piel y tu pasión.
Medirás los huecos, la oquedad,
el tempo sublime del encuentro.
Habrá azúcar, sal,
todas las especias que nos traiga la brisa.
¿Cuánto amor nos cabe entre los dedos?
¿Cuánto afán de conseguirnos nos acecha?
Has erizado todo el vello de mi cuerpo,
mi sexo está a punto de la agonía.
Sudamos entre el fulgor de las sábanas,
pero sé que tú aletargas el clímax,
llevándonos cada vez más lejos…
a un viaje donde seremos solo uno.
5 comentarios:
Entre dos que aspiran a fundirse lo fundamental es el ritmo mutuo.
Algo así como conducirse y conducir despacio, sí.
Un abrazo.
Nada màs bello que alargar el placer, buscarse en la entrega, quemando la piel...
Destellos, ciegos de la historia, como en un mundo alterno.
Este poema me ha gustado especialmente.
Derrocha bellas mieles...
Un abrazo, Fer
Cada vez que releo un poema tuyo encuentro una /otra ventana abierta, un ritual que se susurra entre sombras, una calle recién alquitranada, una piel que se descubre entre miradas o…
¿O…?...tu eres quien continuará escribiendo.
Un abrazo.
Si no vas despacito....te pongo una multa..
Un recorrido que merece la pena hacerlo todas las veces que se pueda. Hermoso!!! Abrazos.
Publicar un comentario