
Calla en la cima.
Desbórdate.
Sostén el sueño y su silencio claro.
Ahora el mar es un festín de luces.
Junto al lado contemplativo de tu esfuerzo
mis ojos guardan el pudor de una mirada absoluta.
Renuevo las ansias.
El dolor es un sujeto que madruga en mis venas.
Todo el fuego trae un esquilmado momento de fatiga.
Amar debe ser el clamor.
El espacio entre tu respiración y la mía.
Hoy tu boca perdura.
Saciada del sabor de la piel de uno tras otro
caminarás desnuda en el eco de tu soledad.
Vuelves a gemir en los labios de una cama vacía
y te puede vencer el roce suave y tibio de una mano.
El debito de una sola palabra.
Mi voz jamás abandona la noche.
Soy parte de un vino oscuro y nocturno
que se ha ido colmando de la savia del tiempo.
Duerme el ulular del viento.
Hay un pájaro de atardecer esquivo inundando el ocaso.
Está tristeza puede ser la agonía de mi viaje.
Ella me habita y se deleita entregada al frío.
Anda despacio y salva el naufragio de todas las ausencias.
Hay mujeres que pueden vestirse con la túnica de lo incesante.
A veces esta calma también me devora.
F
5 comentarios:
Waw!
No hay mujer apasionada que no se enrede en estas letras y no se resista a pulular liviana en un ensueño de sexo.
Bellìsimo.
Un beso, Fer.
el fuego claro
puede ser la fuente,
el rayo demoledor
que incesante
nos eleva hacia la cima
Un ansia que se desborda.
Bello modo de verlo.
Abrazos.
Precioso Fernando...
La calidad del poema merece esa copa de vino. Excelente poema y muy buena fotografìa. Abrazos.
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