Hay pétalos de olvido en la lluvia de otoño.
Nunca pensé en ti como ahora
en que mi boca es un pronombre posesivo.
Todas las tardes cautivan mis palabras
y se erigen en dueñas absolutas de mi memoria.
Sus dedos fríos se deslizan
a lo largo de mi cuello y de mi pecho.
Una y otra vez me ahogan.
Los renglones de incendios
saben de los caballos blancos de la noche.
De las verdades que cubre el eco de una habitación vacía.
Todavía queda parte de tu humedad,
un vaho oscuro que penetra en mis huesos.
Así debe ser el exilio o la fuga del silencio.
Percibo gotas imprecisas de ti en mi cuerpo.
La esencia enredada de los dos,
el almizcle que me sigue haciendo estremecer.
Febril y ensimismado respiro hondo.
Es de noche en mitad de la tierra.
Yo viajo en la nieve,
alrededor de un campo de barbecho olvidado
y todo lo que puedo derrotar son tormos secos,
nada que tu cintura ni tu piel
hayan vuelto a dejarse entre mis dedos.
Percibo cada segundo de la lluvia.
Es verdad que el otoño,
a veces, se decanta por venir en mitad del estío.
F
5 comentarios:
Sensualidad, pasión, ternura y poesía buena...¡Bravo!
Dios! qué derroche de erotismo....que bien me haría un beso poético tuyo...
Besos a Conciencia.
Monique.
Uff...qué es mediodía...mi culpa por venir a estas horas.
Besos
Alba
La soledad que marca a fuego las noches de exilio. Abrazos.
el otoño es así de caprichoso...como el amor...
un beso
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