Vendré despacio y seré el silencio.
No hay argumentos para diseccionar el tiempo.
En cada instante el azar me sorprende
y de su mano siento, arrebatado,
los ecos del invierno.
Quizás sea demasiado tarde
para juzgar todas las palabras
que me preceden,
hoy soy su sombra,
su mirada cálida,
y ellas hablan abogando la locura.
Yo, miro y callo.
6 comentarios:
Escuchar las palabras conlleva el eco de nuestros silencios. Abrazos.
Difícilmente se puede diseccionar el tiempo, va enlazándose de instantes que se suceden unos a otros.
El invierno puede ser una etapa de recogimiento, de adentrarse uno hacia si, no hace falta juzgar, simplemente sentir y ellas te darán esa mirada cálida que abraza lo inconmensurable, lo indecible, lo que puede parecer locura y sin embargo debe ser lo más cuerdo.
Miras y callas, es la mejor forma de acoger.
Besos, amigo.
no hay tiempo suficiente para rebatir las palabras... y con qué argumentos ?
ellas escogen arma para el duelo y siempre perdemos
un abrazo
En silencio te acercaras...
No calles, Fernando, disecciona los instantes locos o cuerdos. Las palabras sobreviven a los inviernos.
Me ha encantado el poema. Es estupendo leerte siempre.
Besos
"Vendré despacio y seré el silencio"
"Quizás sea demasiado tarde
para juzgar todas las palabras
que me preceden"
Una vez más, yo, miro y callo.
;)
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