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viernes, 25 de julio de 2008

Somos habitantes del miedo






Somos habitantes del miedo
y en su anchura arden los labios
preguntas de silencio.
Cada tiempo nos consume con su propia lentitud
y su espada sabe de nuestra piel,
nos desgarra con el acero de las horas.
Es ahora que miro atrás con el sabor del bosque
todavía entre los lienzos de mis palabras
y siento el vuelo de los pájaros serpenteando la tarde.
En la música persiste la lluvia con sus relatos antiguos
y un dolor de faros que anuncia los recuerdos.
El océano se hace oscuro y tiembla el horizonte.
Nada hay al otro lado de una mirada de olvido,
unas rosas marchitas en un jarrón,
una pequeña estatua de un viaje
y la vieja pipa devorada por un hombre que ya no está.

F

9 comentarios:

fgiucich dijo...

El miedo, que permite entronizar un bello poema. Abrazos.

Martine dijo...

... Si estamos solos, pero no lo estamos Fernando...

Hermoso poema, pero mira hacia delante...

Un beso f.

Nada sé dijo...

No entendí nada totalmente ....bueno estoy con pocas palabras

Tesa Medina dijo...

Tirar a la basura las rosas marchitas, regalar la pipa, aligerar la memoria de recuerdos que sólo ocupan lugar y no te hacen sonreír a solas y una pizca de locura, esa es mi fórmula para conjurar los miedos.

Muy bello el poema. Pero eso ya lo sabes.

Besos, Fernando.

Camille Stein dijo...

el filo del miedo nace de una espada que nosotros mismos escondemos dentro... el tiempo la clava más hondo con la persistencia lenta de los olvidos

un abrazo

UMA dijo...

El tiempo que transcurre y nosotros pasajeros de viaje con poco en la maleta.
Miramos atràs pero nada detiene los relojes.
Mi abrazo, nostàlgico hoy.
Besos

Verbo... dijo...

Maldito miedo, que siempre empieza con la jojida duda, y perdona las palabras de expresión que uso, pero es que le dan mas entonación a la cosa...afirmación diria Yo.

Pues si, que se tire al abismo de la mierda, el maldito miedo y que me deje en paz.

Besos Fernan ♥

M.

Doberka dijo...

No hay que tener miedo cuando se recuerda a alguien que ya no está, pero, a veces, el miedo nos acaricia y dejamos que nos habite. Cuando creemos no recordarle lo suficiente o pensamos que le hemos olvidado durante un tiempo, aunque en el fondo sabemos que no es así. Conservar su pipa, recordar esa música que transporta los momentos o cualquier otro detalle inesperado, sólo es la chispa. El fuego del recuerdo se lleva siempre adentro. Un poema muy elocuente, Fernando.



Besos

dijo...

tal vez por eso vivimos paralizados y quietos...
besos amigo

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