Ninguna ciudad
en la que hemos podido estar
nos echará de menos,
ni siquiera cuando París
haga el recuento del fin de año,
Venecia prepare su famoso carnaval
o se celebre de nuevo
el torneo del Palio en Siena.
Cuando somos nosotros,
encerrados en la oscuridad luminosa del deseo,
no hay destierro en que secundar tanta belleza,
ni los florecidos sakuras
en la primavera de Japón
robarán de tu piel y de la mía
el ebrio sentido de un nuevo naufragio.
1 comentario:
"El ebrio sentido de un nuevo naufragio"
Quizás sea ese el motivo de que ninguna ciudad nos eche de menos: somos náufragos de espacios y tiempos asidos a la tabla de salvación de nuestros propios sentidos.
Abrazos.
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