He puesto la palma de mi mano cerca de tu corazón,
siento el vuelo de gaviotas erizando el mar
y esa suavidad de las preguntas perennes.
Mientras tu piel sostiene una conversación privada con mis dedos,
al mirarnos a los ojos todavía hay silencio
y un cierto asombro entre nosotros,
como si las urgencias elevarán
todas nuestras alarmas conocidas
y los milímetros que nos separan
apenas tuvieran ya valor.
siento el vuelo de gaviotas erizando el mar
y esa suavidad de las preguntas perennes.
Mientras tu piel sostiene una conversación privada con mis dedos,
al mirarnos a los ojos todavía hay silencio
y un cierto asombro entre nosotros,
como si las urgencias elevarán
todas nuestras alarmas conocidas
y los milímetros que nos separan
apenas tuvieran ya valor.
F
4 comentarios:
Mantegamos, pues, el silencio. Cuando la piel habla, sucede el milagro.
Un beso, Fernando.
El diálogo de la piel es el más verdadero, talvez. Abrazos.
Diálogo de la piel y silencio de los ojos, herida por curar.
Saludos.
Simplemente bellisimo!!
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