Algunas veces cuando me desvelo salgo a la terraza a sentir en mitad de la noche el viento frío invernal o la brisa de verano, esta noche, sobre las cinco de la mañana, cuando aún no había amanecido, se dejaba sentir una brisa fresca que reconfortaba tanto por fuera como por dentro, daba cierta serenidad al espíritu e incluso adormecía el confuso animo que a esas horas suele tener uno cuando se desvela...allí, majestuosa y redonda, estaba la luna llena perseguida por Júpiter en un juego que desde la noche ya había disfrutado. No sé, pero estas pequeñas cosas que uno puede ver en soledad traen caricias viejas, momentos en los que todo lo que nos ahoga pierde la trascendencia y sólo nos queda respirar hondo, en silencio, y reflexionar sobre lo pequeños que en realidad somos y la poca importancia que tienen nuestras cuitas diarias llenas de egocentrismo y excusas para dar respuestas normalmente extrañas a lo que merece poco la pena.
3 comentarios:
Sentimiento universal, no somos tan diferentes.
Un abrazo.
Tomo más nota...
:-))
Mme Pompidou.
Una mirada hacia adentro.
Y abrazarte para sentirte.
Momentos...
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