Recito un compás de pérdidas,
una canción de luz enhebrada a la noche.
Si mis manos no fueran tan precisas
navegarían lejos,
tan lejos como las sombras se acabasen,
allí serían un descanso del fuego,
la buhardilla incendiada en el anhelo,
el ángaro donde depositar tus ojos,
un amanal donde renovar el fruto y su silencio.
f.
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