Hay océanos que apresan los silencios,
encierran en su cuerpo la humedad del miedo.
He oído el silabeo de los pájaros,
su quejido lejano,
la ansiedad del vuelo.
Así, en esta luz
en que la noche me pronuncia,
me redimo del eco de tu ausencia,
soy el faro perpetuo,
tu llamada,
el último deseo,
la caliente tentación de una llama.
f.
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