Rodéame de luz,
soy un faro dormido por la ausencia,
ese estruendo de vigilia me delata.
Solo, habito el deseo
como el océano su hondura.
Camino descalzo por la playa,
el frío se desnuda conmigo,
las sombras carecen de tus manos
y se ciernen como la nieve
entregadas a mi cintura.
No temo, cada vez temo menos, soy el guardián del abandono,
el quejido y el sabor del amanecer
todavía perdura en mi mirada.
f.
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