Todos los pájaros me hablan de ti
y sin embargo soy parte de un silencio que contempla el mar.
Puedo dormitar en el dolor del tiempo
pero sé que la noche trae a diario el placer de buscarte.
Allá, a lo lejos, las yemas de mis dedos te acarician,
y tú me respiras cuando desde la sombra mi luz es la llamada.
f.
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