Remé al viento y el incendio naufragó en tu vientre.
De cada pliegue de la noche hicimos un salmo.
Recogimos el lado dulce del acanto,
la sombra fértil, el verso ausente.
La aurora huyó a las dormidas aguas del Averno.
Allí, donde los pájaros no saben despertar al día.
De cada pliegue de la noche hicimos un salmo.
Recogimos el lado dulce del acanto,
la sombra fértil, el verso ausente.
La aurora huyó a las dormidas aguas del Averno.
Allí, donde los pájaros no saben despertar al día.
1 comentario:
Tras el esfuerzo de la siembra, la cosecha.
Aunque sea también de sombras y de ausencias.
Abrazos.
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