Duermes.
Miro alrededor del cuarto
la ropa esparcida por el suelo,
abandonada en la urgencia del deseo:
ahora parece un montón de sombras tristes,
el resto de un pequeño naufragio.
Te rozo levemente la espalda
y busco los puntos cardinales de tu cuerpo,
señales donde seguir explorando.
Mi brújula apunta al norte
y te beso cerca de la nuca.
Te desperezas.
Erguida sobre un mar de sábanas,
abres los ojos y buscas mis labios
para redimirme por velar tu sueño.
Miro alrededor del cuarto
la ropa esparcida por el suelo,
abandonada en la urgencia del deseo:
ahora parece un montón de sombras tristes,
el resto de un pequeño naufragio.
Te rozo levemente la espalda
y busco los puntos cardinales de tu cuerpo,
señales donde seguir explorando.
Mi brújula apunta al norte
y te beso cerca de la nuca.
Te desperezas.
Erguida sobre un mar de sábanas,
abres los ojos y buscas mis labios
para redimirme por velar tu sueño.
3 comentarios:
… pequeño quicio donde la realidad y el sueño no se distinguen… besos
Tras el deseo urgente, las sombras tristes.
La redención: velar el sueño mientras se explora.
Un abrazo.
El amor y el nunca terminar...
Abrazos, Monique.
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