Y tendremos un día de eternidad,
esa noche perdida entre las sábanas y la soledad...
Quise ser el afluente donde bebieras,
servir de néctar a tu boca,
recorrerte como una senda de reencuentro
donde todo es conocido pero nuevo
y pararme a hablar de lo viejo, lo antiguo,
lo que nos ha demorado en volver a ser nosotros...
mientras tu piel, tu cuerpo,
una selva perfecta entre mis manos,
sólo me pedía ser la lluvia, la incesante,
la que reconociera el tiempo, su silencio,
la oquedad de toda tu ternura.
Al fin, al abrazarte y sentirte respirar despacio
puedo decirte que esta noche si que has sido mía,
aunque tan sólo hayas sentido del fuego el dolor de la herida
y del desierto el silencio profundo
y ni mis labios, ni mi sed se hayan quedado más que en los bordes de tu cama.
esa noche perdida entre las sábanas y la soledad...
Quise ser el afluente donde bebieras,
servir de néctar a tu boca,
recorrerte como una senda de reencuentro
donde todo es conocido pero nuevo
y pararme a hablar de lo viejo, lo antiguo,
lo que nos ha demorado en volver a ser nosotros...
mientras tu piel, tu cuerpo,
una selva perfecta entre mis manos,
sólo me pedía ser la lluvia, la incesante,
la que reconociera el tiempo, su silencio,
la oquedad de toda tu ternura.
Al fin, al abrazarte y sentirte respirar despacio
puedo decirte que esta noche si que has sido mía,
aunque tan sólo hayas sentido del fuego el dolor de la herida
y del desierto el silencio profundo
y ni mis labios, ni mi sed se hayan quedado más que en los bordes de tu cama.
1 comentario:
Esos días imposibles de olvidar. Abrazos.
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