No fueron unas monedas las que trajo el ángel,
en su silencio solo había tiempo.
Un silencio que se habitaba de la humedad de sus ojos.
Es triste mirar al mar y sentirlo horadando a diario la playa
como un niño solitario jugando entre las dunas,
con la voz abierta de esas palabras que nos trajo aquí,
y sin embargo, con la sabiduría necesaria para ya no esperar nada.
en su silencio solo había tiempo.
Un silencio que se habitaba de la humedad de sus ojos.
Es triste mirar al mar y sentirlo horadando a diario la playa
como un niño solitario jugando entre las dunas,
con la voz abierta de esas palabras que nos trajo aquí,
y sin embargo, con la sabiduría necesaria para ya no esperar nada.
Fotografía de M. Ángel Latorre
1 comentario:
Quizás sea al revés y sea el tiempo el que nos trae los ángeles.
Un abrazo.
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