Sólo somos del desnudo el naufragio,
la parte honda en que la humedad se trasmite
y deja su palabra como oscura sombra y ajena luz.
Tenemos el soplo de la noche,
la brisa que enciende el refugio de los barcos,
los muelles donde descansan los desiertos
y se hacen del bronce,
del arrullo de sábanas y murmullos.
Ardemos de nuevo cada noche.
Sin resquicio, la grieta del amante se hace fuego,
y es silencio en el incendio,
silencio encadenado.
Puedo ver el humo depositar su lava,
ser de la ceniza el cristal donde germina
y esperar siempre en medio del océano,
para caer de nuevo en los acantilados donde se despierta el alba.
la parte honda en que la humedad se trasmite
y deja su palabra como oscura sombra y ajena luz.
Tenemos el soplo de la noche,
la brisa que enciende el refugio de los barcos,
los muelles donde descansan los desiertos
y se hacen del bronce,
del arrullo de sábanas y murmullos.
Ardemos de nuevo cada noche.
Sin resquicio, la grieta del amante se hace fuego,
y es silencio en el incendio,
silencio encadenado.
Puedo ver el humo depositar su lava,
ser de la ceniza el cristal donde germina
y esperar siempre en medio del océano,
para caer de nuevo en los acantilados donde se despierta el alba.
F
5 comentarios:
naufragio del cuerpo que un día, desde el fondo del océano, emergió en las sábanas del sueño
un abrazo
Pero tú, después del naufragio, encuentras siempre tu bitácora donde transcribirnos las palabras precisas y hermosas que rescatas de esos restos.
Y gracias, muchas gracias, por la maravillosa imagen que me mostraste de las Amapolas (usted que me mira con buenos ojos) y por tu compañía siempre.
Un beso inmenso.
Un naufragio que hunde los cuerpos en la parte màs playa de la cama. Abrazos.
volveré a buscar entre tus mares,
el barco encendido por el rayo
Eso sólo cuando naufragamos en el desnudo, cuando no nos encontramos bajo nuestros ropajes.
O cuando no encontramos lo que esperábamos bajo las ropas ajenas.
Un abrazo.
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