Sobre la soledad apenas caben versos que no tengan el sabor de lo conocido, el ritmo de lo cotidiano, la sargantana que sube por las paredes y se engancha a la luz esperándote, como un suspiro hondo, cada vez que por las tardes o las noches vuelves a casa, con la única esperanza de que el tiempo pase tan rápido que ella no se despierte y te visite en mitad de la noche, para saciarse de todo lo que su ausencia ha dejado en la piel de tu último fracaso.
6 comentarios:
Y si se despierta sentirás que te abraza y te desvela, vendrá con su álbum de recuerdos incompletos, de huecos vacíos o quizás de momentos que se fueron llevándose algo de ti. Y el tiempo caminará despacio, tan despacio como oscura y silenciosa puede ser la noche, dejándote las huellas de su paso cuando las primeras luces del amanecer entren tímidamente en la habitación.
La soledad que nos persigue Fernando..no hay huida posible..
Besitos poeta
El poema me gusta mucho, redondo, como tantos tuyos, pero esta vez me quedo con la imagen de uno de mis animales favoritos. No sé por qué adoro las largatijas ¿será porque por más que les corten el rabo vuelve a crecerles? ¿será por esa capacidad infinita de mantenerse inmóviles y después desaparecer a toda velocidad? ¿será por su mirada sin parpadeos?
El caso es que los días en que entra alguna en casa, ruego por que no se vaya.
Un besazo, Fernando.
Lo más terrible de la soledad, aunque sea un dicho muy manido, es sentirla en compañía.
A veces suele suceder que si huimos de ella, nos persigue, y si la buscamos nos huye.
Pero pienso que en el fondo, nos acompaña siempre.
Un beso.
Soledad, soledad buscada, impuesta, deseada, cara y cruz de lo que somos. Siempre buscando entre la niebla una mano, para sentirnos menos solos...Besos
Què bueno es regresar y encontrarse con tan buen texto. Abrazos.
Publicar un comentario