
Llueve. Incesantemente.
Como un deseo
el silencio se esparce.
Un océano donde sólo habita un faro.
La luz que arde en la atalaya del invierno.
Sé de esa sabara
que nutre la oscuridad de su fantasma,
o del olor a sexo compartido
cuando el gemido tuyo
apenas puede desembarcar en la noche
y se hace eco entre nuestros cuerpos.
Un deseo que habita el alma
nos hace poseernos sin más medida
que la próxima línea de la penumbra
y su acoso devorador,
la que nos mira desde tan cerca
porque en nuestro coito se hace hembra
y nos acoge en el seno de su soledad.
Foto
7 comentarios:
Este poema suena muy, muy, bien, Fernando. Vaya con la musa se porta, se porta...muy bien.
Muchos besos a los dos.
belleza...y sensaciones que tengo en el alma después de leerte...
un abrazo
belleza...y sensaciones que tengo en el alma después de leerte...
un abrazo
Me gusta este nuevo blog Fernando, bueno, en realidad me gustan todos tus blogs, también tu sentir...
Besos
Parece querer lavarnos de tanta melancoía y nostalgia. De tanto añorar, de tanta soledad...
Un beso Fernando,
ana.
Este estilo te queda impresionante.
El deleite de los sentidos, llueven aromas con un hondor fecundo.
Como siempre, te disfruto.
Un besazo, Fer
Oui...
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