Todavía la noche se alejaba taciturna por las laderas
y el aroma impreciso del deseo prendía en su cuerpo desnudo…
Cuando escuchó de su boca su nombre, ella no dijo nada,
pero supo que él se estaba yendo,
quizás con su silencio dejaba marcadas las espinas del recuerdo.
3 comentarios:
Muy bueno!!! Abrazos.
Aunque la rosa se seque, las cicatrices perdurarán.
Besos
Como se marcan los pasos en el silencio.. como las heridas al contar cada espina...
Bello rojo punzante!
Un abrazo :)
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