en la herrumbre, un abanico de miradas inquietas,
salmos del fuego
entre la lejanía y el miedo.
Ululaban despacio las aves nocturnas,
tu piel era un semillero de dudas,
mis brazos contuvieron el mar
aunque sin saberlo desbordaste todos los diques
que con el tiempo yo había construido.
2 comentarios:
Hermoso!
Te abrazo, mucho.
Algunas mareas son incontenibles...
Muy bello este poema
Un beso
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