De repente vino el verano.
Aquella tormenta trajo el aroma lejano del desierto,
la cúspide del viento,
el fuego y la arena húmeda envolviéndolo todo.
Bebí de esa lluvia,
la sed me buscaba entre sus labios,
en los pliegues de la piel hervía una herida,
susurros recorridos por los astros.
La luz tintineaba lechosa entre tú y yo,
mientras, brusco,
el silencio cabalgaba de nuevo en la tierra
como un torrente azulado en la orilla caliente de la noche.
Aquella tormenta trajo el aroma lejano del desierto,
la cúspide del viento,
el fuego y la arena húmeda envolviéndolo todo.
Bebí de esa lluvia,
la sed me buscaba entre sus labios,
en los pliegues de la piel hervía una herida,
susurros recorridos por los astros.
La luz tintineaba lechosa entre tú y yo,
mientras, brusco,
el silencio cabalgaba de nuevo en la tierra
como un torrente azulado en la orilla caliente de la noche.
2 comentarios:
Un verano deliciosamente poético. Abrazos.
Como ya lo hizo antes el invierno.
Quien observa día a día encuentra siempre súbitamente los cambios.
Abrazos.
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