Amar es algo incomprensible...es...
y luego un montón de anécdotas floreciendo.
F
He dejado la tarde en una isla,
un atolón perdido en el Pacifico.
¿De dónde saldrá el amor de la noche,
el barco imprevisible, la galerna que lo puede todo?
Agriétame de nuevo en este instante,
fugaz e inestable camino en las líneas del telégrafo,
te mando un sms por el móvil
o me desprendo de mi cuerpo
y soy una palabra que cruza la espesura de la técnica.
Cada selva en que habito trae su propio nido de serpientes,
su pantera, sus pájaros, sus pequeños invertebrados,
hormigueros de densidad, árboles centenarios
y esa música que nunca se olvida
cuando mis manos vuelven a recordarme que hay todavía vida.
Hay canciones que anochecen conmigo
y saben de todos los silencios
como yo sé de esa ecuación
que tiene los símbolos de tu deseo.
Sírveme otra copa,
destila de tu boca un poco más,
déjame ser tu humedad,
todavía el músico toca la viola
y hay un reguero de luces que iluminan la noche.
F
Canta el dolor
y es suave atardecer
cuando te nombra.
Respira la noche
en lo apenas visible de tu cuerpo
y entonces el océano,
un universo de astros que se ensancha,
deja su luz
para hacerte llegar la caricia
y el fuego de mi mano.
F
Nada que no tenga la tarde podrá estremecerme,
saber de este instante en que progreso en ti,
lactante de tus pechos y de tu piel
como si fueras una noche de diamantes blancos y fuegos de artificio.
En el sabor de esta demolición
caben los estigmas de mi silencio
o el ir y venir de mi lengua saboreando tu espesura,
recodo con nombre de mujer
cada vez que me encierro en tu cuerpo
y eres la semilla fértil de mi deseo.
Vengo de la ira,
un silencio que alimenta la sangre,
y tú eres la calma y la palabra
gobernando el tiempo.
De "El error de las hormigas"
Desnudo el fuego,
la noche se deshace en pavesas
esparcidas entre los dos.
Nada que tenga más ardor que este deseo,
nada que tenga el poder de arrebatarnos los silencios.
F
Escabel de lunas, la noche tirita estremecida,
una sombra blanca recorre los cuerpos y se sacia de piel…
Vendrá en mitad del ansía,
cuando tus manos se condenan
y solas, sin él ni otro, se derraman de humedad
como los pájaros se acogen al bosque,
y en cada nueva melodía
encuentran una nueva cadencia para abandonarse.
Resúmeme de nuevo, cada día,
recoge de mi lecho este fruto de flechas,
estas flores de espinas olorosas.
Un hombre antiguo me habita
y entristece al niño que llevo dentro conmigo.
Asido de tu mano,
el mar es un océano en tu vientre,
y cada rincón de tu cuerpo
es un juego donde demorarme,
como si la noche tuviera un lado de eternidad
que nadie más supiera.
F
Es preciso dejarse llevar por este lado del río,
el Sena apenas percibe el cambio del tiempo,
no mirar atrás, cada mirada es un nuevo escalofrío.
Sentir septiembre, la lluvia silenciosa,
las hojas caídas en los bulevares desiertos de ti,
perderse entre las miradas que no reconozco,
ser de París hasta en la pequeña muerte que me acompaña.
Todavía quedan regiones inexploradas de tu cuerpo,
allí suelo ir para buscar tu soledad.
De "El error de las hormigas"