El tiempo

El tiempo se redime ante nosotros
y nos regala estas horas
en que tú y yo no existimos para nadie,
como héroes perdidos en un libro extinguido.

Cabe un sorbo más

Cabe un sorbo más,
apurar el alba,
ese pequeño recodo
en que al nacer el día
todavía nuestros ojos ven la noche.
Cabe un sorbo más,
apurar la piel
hasta el extremo
en que el deseo
sea un río agónico y silencioso.

Como la piedra

Como la piedra
que ahonda en el agua quieta,
así entré en tu cuerpo
y me apoderé de tu piel y tu deseo,
derribando la humedad de tu cautela
y dando alas al largo quehacer
de tu mente inquieta.

He abierto

He abierto un espacio de luz
entre el bosque de cedros y de hayas
que forma el deseo de tu cuerpo,
y en la geografía de tus anhelos
he dejado el recorrido exacto de mis dedos
para cuando yo me vaya.

Puedo amarte

Puedo amarte tanto como la noche,
y en ese precipicio de miradas esquivas
ser el fulgor de un último silencio.

Tengo el poder

Tengo el poder de paralizarte,
metiendo entre tus labios
las yemas de mis dedos
o rozando suavemente
la redonda oquedad de tus senos.

He llegado

He llegado al centro de tu deseo
y tu gemido se ha oído
como un trueno en medio del bosque.

Todavía

Todavía quedan regiones inexploradas de tu cuerpo,
allí suelo ir para buscar tu soledad.

Mis manos

Mis manos son un barco varado en el puerto de tu dicha

Descubro el anhelo

Descubro el anhelo entre los pliegues de las sábanas.
¿Quién no se ha pegado un tiro de deseos
y sangrado por los poros los años perdidos?

Viajo en el deseo

Viajo en el deseo,
como un barco se precipita en los abismos.

Nunca me has de amar

Nunca me has de amar como en este instante en que te sueño.

No sé

No sé por qué mis manos comenten el error de las hormigas
y buscan alrededor de tu cuerpo su supervivencia.

El deseo construye muros

El deseo construye muros,
eleva casas,
habitaciones celestes
donde antes sólo había páramos…
edifica paisajes
para que el amor repose.