Cuando llega la noche construyo un mundo.
Acerco a tu piel mis dedos de lumbre.
El mar sabe de nosotros
y como te nombro
en las horas en que el sueño
te abre sus puertas a volar.
Antes del amanecer dejo sobre ti
el peso ligero de los pájaros,
un quehacer de ángel
que te tizna de su luz nocturna.
F.
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