ESTRAVAGARIOSIGLO21

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ESCRIBO PARA REDIMIRME DE MI MISMO

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miércoles, 30 de abril de 2008

Renglones del silencio....






En el largo silencio hay una cuerda que tensa la mirada.


Me olvidé que el bosque encierra los silencios más dulces.


Los meandros del silencio son humedales sin pájaros.



Hay huellas en el viento que a veces saben silenciar el corazón.



Tu fragancia es como la tierra húmeda, habla en silencio de la vida.



En el desierto la arena guarda los secretos del tiempo pero siempre calla.



No hay mayor silencio que la soledad de una caricia abandonada en el aire.




....para tod@s que piensan que el silencio redime y cura las heridas.



martes, 29 de abril de 2008

A veces soy....






A veces soy el deseo habitándome
y tú me miras con ojos nuevos
como a un extraño que se te acerca
y en su mirada guarda la melodía de los lobos
y el calor que el tiempo nunca arrebata a la sangre.



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lunes, 28 de abril de 2008

Saboreo....







Saboreo el café caliente.
Apenas tengo tiempo de mirarte.
Sé de tus ausencias y ese margen que nos damos
como si nada de lo que se lleva la lluvia fuera a volver.
Hay casi tanto de desolación como de vértigo,
no es buena consejera la mañana,
ese doble filo en que nos ata
puede tener las cuerdas gruesas
y las palabras cortadas.
Vengo desde la noche,
entreabierta la puerta y sus peligros
las calles traen del mar un sinfín de mareas
y todas las preguntas a las que nunca contesto,
pero eso ya lo sabes, es el miedo
o la necesidad de no sentirme muerto.





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domingo, 27 de abril de 2008

Quiero....






Quiero derramar la noche entregada a ti
como si fuera un liquido azul sobre tu cuerpo.
Sentirás la humedad como un rocío inmenso
y el placer de lo infinito se desplazará por tu piel
como una lengua destroza la conjunción de los astros
y hace que el silencio cobre un régimen de visitas en tu boca.
Después será hora de derramarte los pétalos de amapolas
y que sientas respirarme tan cerca de ti que yo seré el silencio.





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Avanzo...







Hay días esplendidos donde madruga la aventura, el aire sabe todavía al rumor del invierno pero se oye un cántico entre los árboles reverdecidos que enmarcan un nuevo estado de ánimo en la naturaleza. Realmente la naturaleza lleva tiempo dirimiendo sus asuntos, enardeciendo la luz y haciendo respirar ese punto de insolencia que tiene la primavera, pero tú puedes saberlo o no, querer enterarte o estar en el limbo de una estación extraña y de repente explota en tu cara, en tu piel, toda la efervescencia que todavía tu ciclo vital te exige. Ahora ves las flores, hueles su temprano aroma, oyes los pájaros bullir por encima de tu cabeza y los atardeceres se apoderan de tus ojos como un imán, hasta la lluvia es otra, más de tormenta con esa pegajosidad que nunca tiene la lluvia en invierno….sólo me falta que lleguen las cerezas, pero eso es otra historia.


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viernes, 25 de abril de 2008

Me has de amar







Me has de amar
como si nunca fuera a volver.
Alimentarte en ese filo
donde el fuego y la duda
es un sabor dulce
cuando tienes mi boca
registrando tu piel,
y sabe a la angustia
de la ausencia
cuando tus ojos
no me ven.

jueves, 24 de abril de 2008

Mark Knopfler & Eric Clapton - Sultan of Swing

Se acaba la Fiesta de micro relatos

Gracias a todos...volveremos con ellos dentro de seis meses.

Sueños Rotos






Todas las mañanas, al despertar, recordaba su país y a los suyos. Hamed era un hombre joven de unos treinta años y de religión musulmana, que había tenido la suerte de estudiar periodismo en Rabat, pero que tuvo que venir a España a trabajar, ya que en su país era difícil y arriesgado ejercer la profesión, con un mínimo de libertad de expresión. Pero al llegar a España nada fue como el había soñado ,fue de periódico en periódico, de emisora en emisora ,pero nadie lo contrato .Sus ánimos se fueron apagando y sus ilusiones también. Hamed subsiste ahora, gracias a una revista, la Farola se llama .Si quieres verle le encontrarás en el semáforo de la calle Melancolía esquina con calle Desilusión.



Nicolás Corraliza


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Él






Él nunca quiso irse, pero su orgullo le impidió volver cuando perdió las llaves.



Eryx




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miércoles, 23 de abril de 2008

Ella





Me había levantado con ganas de hacerme una foto en cada calle, en cada esquina de Paris. Pero lamentablemente no hay mujer más fotogénica que ELLA.


Sonia Fides




Fotos 1 y 2

martes, 22 de abril de 2008

Las chinelas rojas


Al terminar esas vacaciones, prepando su retorno, Gustavo, le acercó las chinelas y le dijo, toma, ¿las quieres llevar?. Sin inquerir nada, ¡pues el silencio provocado estaba repleto de palabras!, las tomó, le hizo un lugar en la valija. Comprendió que ese gesto era el signo del adiós entre ellos, para siempre. Con ese simple acto supo que alguien había ocupado ese espacio que ella misma le ayudó a descubrir en su corazón. Los dos habían crecido enormemente juntos, apoyándose en sus procesos restauradores, era tiempo de dejarse en libertad, repleta de vivencias, emociones y sentimientos encontrados emprendió el regreso sabiendo que nunca volvería a estar en ese lugar donde fué tan feliz.







M. Pilar Obreque B.


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lunes, 21 de abril de 2008

Luar Na Lubre - Canto De Andar (Camiños da fin da terra)

El hombre libre





Era un hombre libre. La gente decía: ¡Mirad, ahí va un hombre libre!, y era cierto, la mayoría andaban ocupados en transubstanciar su personalidad en la convencionalidad más absoluta. Las mujeres lo miraban codiciosamente pero él no hacía caso de ningún espasmo de admiración.
Se sabía cuando un hombre era y estaba libre por el glauco vapor que emitía su calva y el humear deshilachado de su sombra.

Una muchacha muy espabilada, más decidida y ágil que las demás, dio un salto y se montó en su espalda a horcajadas.




-¡Es mío, mío, está libre y yo lo vi primero!.




-Señorita, perdone pero soy un libre tardío de sólido prestigio heteróclito y le advierto que no me voy a dejar intimidar por el campo gravitatorio de sus pechos por mucho que horade con sus pezones mis paletillas, ni me voy a apiadar de su menesteroso sexo chipiándome los riñones.




-Eso ya lo veremos. Dijo ella metiéndole veinte centímetros de lengua en el oído externo derecho.




El hombre libre, accionó una de las dos palancas esféricas de tres o cuatro centímetros de diámetro que llevaba yuxtapuestas debajo del escroto, y su espalda se abrió como el mar de Moisés dejando ver un horno crematorio que engulló a la chica, a la vez que ésta soltaba grititos de placer mientras sus perversas intenciones y su figura se carbonizaban melodramáticamente .



Pepe Montero



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domingo, 20 de abril de 2008

Encantada de conocerme





Yo perdí la virginidad, si alguna vez estuvo en algún rincón de mi cuerpo, en un almacén de alimentación. Me había deslumbrado con un aspirante a pijo, de voz ronca, estudiante de INEF y escalador hacia la cima de una vida superficial y absurda. Recuerdo que olía a humedad, a verduras y a ajos, el almacén. No me dolió, qué tontería. Quizá fuera porque más tarde supe –las comparaciones son odiosas- que el pobre tenía motivos para andar acomplejado por las dimensiones de su pene. A mí no me importaba en absoluto y creo que buena parte de sus problemas se hubieran acabado si no hubiera estado obsesionado con el tamaño de su polla. A los dos años escasos me dejó porque yo no cumplía el perfil de tía buena y con dinero que se había marcado él. Debía de ser el modelo en el que pensaba durante las largas horas que pasaba mirando si su mástil crecía a la misma velocidad que se encogía su cerebro. No elegí bien, lo reconozco, pero no me quejo. El problema es que yo nunca elijo. Alguien toca el botón de la máquina dispensadora y aparezco yo en lugar de un paquete de tabaco. El siguiente que insertó una moneda me duró trece años y dos hijos. Necesitaba el modelo esposa-madre-amiga-amante. Yo sólo ejercía dos, esposa-amiga, y al cumplir cuarenta se despertó su desespero por aferrarse al tren de la segunda oportunidad. Me dejó y se lo agradezco. Supongo que no me pareció mal soltar amarras. Con el tercero supe por fin qué era el sexo y cómo disfrutarlo y también la poca o mucha importancia que tiene en mi vida. Él era un artista bohemio, buena persona, de esos que creen que todo el mundo es bueno y tiene algo interesante y único que aportar. Por lo que nos intercambiamos nuestras personalidades originales e irrepetibles y, una vez reconocidas nuestras almas, partimos en busca de otras mentes-cuerpos que completen nuestro ciclo actual. A los tres, y otros que me dejo en el tintero, les agradezco el tiempo que estuvieron conmigo porque sin ellos y sin su manera de querer y de entender la vida yo no sería quien soy y jamás hubiera llegado a conocerme.



Carlota ex-nihilo


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viernes, 18 de abril de 2008

En la estación






Él miraba cómo ella bajaba la rampa mecánica, y luego caminaba junto a los vagones, buscando el suyo.
Mientras subía los dos peldaños, ella se giró y le sonrió.
Pero él ya no pudo ver su sonrisa.




Ana Alcolea



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jueves, 17 de abril de 2008

DESVARÍO VI






ojed et, seuqsub em oN. Se encontró escrito en el espejo.




María Dubón


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miércoles, 16 de abril de 2008

Y aquí lo dejo





Hoy me siento bien, un Monterroso; estoy terminando esta línea.



Ana Muñoz




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martes, 15 de abril de 2008

La pajarita y la mariposa







Segundos antes de morir, el maestro miraba una mariposa. Estaba posada sobre la tapia, indiferente al pelotón de fusilamiento. Pensó que tal vez una bala perdida podría alcanzarla y se apartó un paso de ella.
Tras el estallido de la descarga, unas tenues alas amarillas, orladas de tímido violeta, sobrevolaron la sangre de los asesinados. Dibujaron en el aire un instante de belleza en su memoria.



Dibujo y relato Chema Lera

lunes, 14 de abril de 2008

Carta a un esposo





He perdido la cuenta de las cosechas desde que te fuiste. Y son incontables las noches sombrías de lecho vacío, encogida sobre tu recuerdo. He allanado, con mis propios pies, el sendero silvestre hasta la bahía de tanto recorrerlo en busca de los navegantes que arribaban, creyendo que en cualquiera de ellos reconocería tu rostro.

Un ciclo tras otro, mis entrañas se han ido ajando a la sombra de tus proezas. De norte a sur, los poetas loan tu astucia. Cantan tus hazañas en tierras de Cíclopes y hechiceras. Ogigia es mi último calvario.

Un día despertarás del sueño de los dioses y regresarás a casa, viejo y cansado. Lo sé.

Al albor de la noche he alimentado la hoguera con el telar de mi desdicha. No serán mis dedos entumecidos de tanto tejer y destejer el sudario de tu padre los que alivien tu reposo de guerrero.

Me voy de Ítaca.


Madame X

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domingo, 13 de abril de 2008

Adoración mutua






Adoro a mi perro; tan blanco en su pelo, tan claro en su mirada, tan puro cuando me quiere. Para él no hay cambios de humor ni de estación, ni siquiera me molesta cuando le duele algo, porque algo le dolerá alguna vez. Se acurruca sobre sí mismo y dormita, pero atento a mis movimientos. Y, en cuanto oye el sonido de las llaves, zas, ya lo tengo en la puerta, lamiendo mi brazo, posando sobre mí sus ojos húmedos y alegres. Creo firmemente que un dia va a echar a hablar.
Hoy, como todas las tardes, ha vuelto a hacer amiguitos en el parque, mientras yo me quedo callada y con la mirada perdida en el suelo.Es mucho mas sociable que yo, con todos juguetea, de todos se deja acariciar. Acepta la mano de cualquier bienintencionado -aunque siempre me mira buscando mi aprobación - y si la mano proviene de un chico apuesto, parece que hasta me guiña un ojo y coquetea con él en mi lugar. Sé que me está buscando novio. Lo hace porque me ve melancólica y solitaria y me quiere con toda su alma canina....... también porque espera que le corresponda y le busque una novia. Qué ladino.......
Adoro a este bichejo blanco y puro (no sé si lo había dicho antes).



Mery


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El depredador





“Ninguna respuesta podía evitar la muerte”

(Dicho por Kang Kek Ieu –llamado Duch-, profesor de matemáticas y genocida en el régimen de los Jemeres Rojos, entrevistado por Valerio Pellizzari - El País, 10 de febrero de 2008.




Luisa Miñana



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viernes, 11 de abril de 2008

LA PUTA MOSCA







Había sido una semana intensa en emociones y pródiga en maravillas. Acababa de disfrutar de mis primeras vacaciones en Roma y era como si todavía tuviera frente a mí la estampa imborrable de Campo de' Fiori con sus animados puestos de frutas y flores, su aroma a eternidad y su imparable vitalidad, o como si me encontrara paseando por la siempre mágica red de callejuelas que nace de ella, o como si aún me hallase en cualquiera de los muchos y a veces injustamente olvidados rincones que embellecen esta ciudad, no por poco conocidos menos sobresalientes, como la exquisita Piazza San Ignacio, donde se encuentra la iglesia del mismo nombre, o los alrededores de la Basilica di Santa Cecilia, en el siempre irresistible barrio de Trastevere. Había sido un viaje perfecto, casi insuperable, y sentado ya en mi incómoda plaza de avión, camino de vuelta a casa, mis recuerdos iban de un lugar a otro espoleados por la urgencia de impedir que las imágenes de tanta maravilla llegaran alguna vez a diluirse en la memoria, ese maremágnum de sensaciones que el tiempo va agolpando casi imperceptiblemente en nuestra mente unas sobre otras.
Estaba yo absorto en mis propios pensamientos, digo, cuando una molesta mosca se posó en mi frente. La espanté con un leve movimiento de mi mano y luego la vi volar nerviosa a la búsqueda de otro cuerpo sudoroso y caliente en el que descansar.
«Una mosca romana –recuerdo que pensé– que pronto va a dejar de serlo». Es decir, una mosca que, sin ella saberlo, sin intuirlo siquiera, iba a cambiar de país en unas horas, modificando por completo el entorno en el que su vida se había desarrollado hasta ahora. Ya sé que es una tontería, las moscas son incapaces de comprender más allá de su contexto inmediato y de sus necesidades más urgentes, pero, lo supiera o no, la existencia de esa mosca iba a cambiar de igual manera que cambiaban sus circunstancias: ni más ni menos que como el resto del pasaje. No obstante, la inconsciencia de ese traslado no invalidaba su trascendencia. Las pieles sobre las que se posaría a partir de ahora ya no serían iguales; los objetos que sus ojos compuestos percibirían ya nunca serían los mismos; su destino, fuera cual fuese, iba a cambiar por una tonta burla del azar, por un inocente movimiento que la había llevado a entrar en este avión por casualidad. Aunque, pensándolo bien, quién sabe, a lo mejor las moscas sí son capaces de percibir alguna particularidad inherente a esos cambios, no sé, la temperatura ambiental, la diferente calidad de los alimentos, el humor cambiante y agresivo de los seres sobre los que a partir de ahora van a posar sus frágiles patas... ¿Quiénes somos nosotros, humanos omnipotentes, henchidos de falso orgullo, convencidos nuestra superioridad en todos los órdenes, para considerar si el cambio de país afectará o no a la vida de una insignificante mosca? Quizá el mero olor de nuestros cuerpos, la densidad de aire, la organización de las moléculas, no sé, cualquiera de los múltiples aspectos del universo que para nosotros pasan completamente desapercibidos, para una mosca adquieran una dimensión fundamental, un valor sustancial que nuestros sentidos humanos, atrofiados por la falta de uso, son incapaces ya de apreciar. Visto así, llegara o no a advertirlo alguna vez, no era descabellado pensar que aquella mosca iba a sufrir un cambio radical en su vida. Un cambio total.
Entonces, el ruido de un golpe seco justo a mis espaldas me sustrajo por segunda vez del nebuloso mundo de mis elucubraciones. Pero fue la fatídica frase que siguió a continuación lo que me hizo darme cuenta de la incontestable concatenación de hechos que acaba de tener lugar.
–¡La puta mosca, ya me estaba tocando los cojones!
Fue un pensamiento estúpido, lo sé, absolutamente ridículo, pero recuerdo perfectamente lo que a continuación vino a mi mente: «Pobre mosca –me dije–, jamás llegará a conocer otra ciudad que no sea Roma».

Carlos Manzano

jueves, 10 de abril de 2008

ENSAYO PARRICIDA







Bastó un golpe para volar la cabeza del abuelo.

Limpió un poco, escondió el martillo y contó las monedas.

Las envolvió en un pañuelo.

Ya vengo, dijo.

Nadie le preguntó a dónde iba.

Supo que había llegado por el bochinche.

Gente moviéndose como hormigas, olor a fritanga, voces de tres por dos, mesas con cachivaches para todos los gustos.

Compró un anillo, un pez azul, una pera de vidrio y un peine para bigotes.

Una vez en casa escondió sus adquisiciones.

De su primera incursión en el mundo mercantil le habían sobrado veinte centavos.

Ya no tenía alcancía donde guardarlos.



Lena Yau

miércoles, 9 de abril de 2008

EL PIANO







Sin duda. Aquellos fueron los días más felices de mi existencia. Yo vivía en una casa antigua, privilegiadamente situada al borde del mar. Había sido construida en el siglo XVIII, y sus actuales dueños, descendientes directos del matrimonio que la ordenó edificar, la habían convertido hacía algo menos de tres años en lo que ahora tiende a llamarse hotelito rural.
Mi habitación era una de las mejores. El azul intenso que caracteriza al Cantábrico servía de cortina y de cuadro que adorna las paredes a partes iguales. Su color, tan característico, pero también su olor, su música, o esa capacidad para convertir la calma en tragedia en apenas unos segundos, protagonizaban mi vida. Mis días, pero también mis noches.

Ella llegó un catorce de Septiembre. Despacio, sin ruido, sin aspavientos. Como llega el otoño cuando no se hace esperar.
Por eso que algunos llaman casualidades de la vida, enseguida se acercó a mi lado. Primero me observó, con una de esas miradas que lo quieren saber todo sin necesidad de decir nada. Luego me escuchó. Finalmente, sin haber oído una palabra de su boca, me acarició.

Me dejé tocar. Con cautela. Ante la mirada de los cuatro o cinco que estaban allí mismo, aunque con otras cosas más interesantes que hacer que contemplar a dos almas empujadas por el deseo.


Pasaron los primeros minutos, las primeras horas. La intimidad creció en proporción a lo solos que nos fuimos quedando en aquella habitación redonda, acristalada, asomada a un azul ahora casi negro iluminado por una lejana luz que se hacía llamar faro.
La timidez de los primeros roces convertida ahora en descaro. Olvidado lo dulce del primer encuentro, empujada por la fuerza de la pasión. La emergencia del que se sabe compatible con el de enfrente, de quien no quiere perder la oportunidad.
No hicieron falta palabras. Desde aquel primer contacto, nos reencontrábamos cada noche. A la misma hora. Cuando nos asegurábamos que el resto se había ido a dormir.
Inventando cada noche nuevas formas de ganar...

Ella se fue como llegó. Como es devorado el otoño por un invierno que no tiene facilidad para avisar.
Y hoy sigo mirando al azul Cantábrico desde esta habitación redonda en la que me sé viejo, viejo pero vivo, recordando aquellas manos largas, profundas, caprichosas, inusuales. Esas que un día detrás de otro consiguieron dar un poco de color, al fin, a mis pupilas en blanco y negro.



Lunarroja

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martes, 8 de abril de 2008

Beat






Se detuvo.

Hubo un terrible augurio de ruidos amortiguados.

Una descarga recorrió todo su ser.

Recordó. No pensar. No sentir.

Sólo continuar.

Sólo latir.



Athena



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lunes, 7 de abril de 2008

Un Dolor De Muela







Me molestó que no fuera el de siempre. Pero silencié mis quejas en la sombra de la sospecha, dejando caer mi cuerpo sobre el sillón azul. La luz de la lámpara iluminaba mi rostro perfectamente, obligándome a pensar en mis patas de gallo, ¡Dios, me vería hasta las plumas!
Y plof! De repente su rostro frente al mío. Miré sus ojos oscuros y de brillo intenso, el cabello negro y rizado, las orejas tamaño estándar y la frente la gusta y precisa. Sentía el calor de sus dedos y sus manos rozándome los labios y tallando artísticamente mis dientes, a pesar de los guantes de látex. Me pregunté como serían sus labios y los dientes de su sonrisa, pues se escondían tras la mascarilla azul.
¿Qué habría pensado de mis patas de gallo? No lo sé, pero lo que si supe, fue que tenia una sonrisa agradable y que sus dientes acabarían siendo perfectos, los de la parte de arriba impecables y los de abajo eran un manojo de hierros, pero con un futuro prometedor. En fin, qué me vació los bolsillos. Es lo que tiene ir al dentista.



Ynarud

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domingo, 6 de abril de 2008

No es la soledad






No es la soledad una mujer que sepa devorar las prisas,
a veces, se sienta en los remansos de la tarde
y mira con sus ojos negros la caída precisa de lo bello.
Tiene un sabor en su boca de todo lo pasado,
se ama a si misma por saberse ausente de otros,
pero de vez en cuando se aleja de todos,
prefiere ser la sombra que acompaña los postres de una mesa
y ese silencio que sin querer,
como una muerte certera,
dejan los amantes al darse la vuelta en la cama.



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sábado, 5 de abril de 2008

Cuando sólo llegas a ser edad







Cuando sólo llegas a ser edad,
un vocabulario de las calles,
un desván donde guarecer los recuerdos
y un pequeño desafío para el atardecer,
todo lo que ella haya dejado entre los pliegues de tu piel
pasa a ser parte del abrigo que calienta las noches y su silencio.



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viernes, 4 de abril de 2008

En esta distancia






En esta distancia de líneas rojas caben todos los silencios
y en el aguamanil de tu sonrisa un verso encendido por la luna.
Te amo desde siempre, cuando aún no te conocía en la distancia,
y sin embargo tenemos un quebrado olvido sujeto a los talones,
justo en el oscuro barro que se prende en los zapatos.
En el desierto hay una lluvia de añiles que me esperan
en los que desembarca un abril de principios y condenas,
todo lo ajustado para mi que tiene no sentir tu cuerpo cerca
y cerciorarme de que las tardes son más tristes y desiertas sin ti,
como esos muelles,
donde las gaviotas calladas,
miran el desplomado horizonte que se avecina,
mientras los viejos marineros murmuran entre las redes secas.



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jueves, 3 de abril de 2008

No maldigo






No maldigo la ventura del amor,
puede que haya dormido en su sueño
tendido en un racimo húmedo de tierra
y me hayan crecido las hiedras
hasta cercar el último latido del corazón.
Ahora llueve un día de sol,
casi tan fecundo y abstracto
como el aroma de la dicha
y un río se desborda por mis venas,
cruza los esteros de mi alma
y te llama, pero no importa si no estás,
sigue siendo abril un milagro
y en él la vida me trae el peligro del relámpago
y el rumor de todo lo que respira.



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martes, 1 de abril de 2008

Para hablar de este amor






Para hablar de este amor, Neruda sólo me regaló
un racimo de luces recorriendo tu vestido,
como si el crepúsculo fuera un amante
y tú la poseedora del último rayo del ocaso.
Para hablar de ti, Cernuda me dejó el amargo sabor
de reconocer que nunca hemos podido vencer la desolación,
y que en el punto donde nace la verdad
las ausencias y el olvido son el peor destierro,
la condena explicita de que todo se acaba,
sin más ni más, eternamente.
Quizás García Montero, mientras se fumaba una tarde
en una de sus plazas de Granada, tuvo a bien
acercarme al placer del deseo contenido en una mirada,
ese que nace al ver pasar a alguien como tú,
durante veinte o treinta segundos interminables,
y luego ya no es el deseo, pasa a ser nada,
una sombra detrás de tanta gente,
dejándome varado en la amargura
como a las barcas errantes en la arena silenciosa.
Todos los poetas que no puedo nombrar me han hablado de ti,
me han enseñado a sentir la esperanza y el miedo, si te amo.
Amar es tan hermoso, tan duro e impreciso,
que si te miro a los ojos caen todas las metáforas.
Si me quedo sin palabras,
sólo tengo tu mirada, el fuego que en silencio
nos une y nos ata
como un sortilegio,

como un milagro: que tú me ames.


Este poema será el primero que recitaré el sábado en "La Campana de los Perdidos"

El Ángel Azul





Estuve ayer en el Ángel azul, un pub de Zaragoza en el cual pasaba mucho tiempo hace años, cuando todavía me creía muchas cosas...estaba esperando a una amiga y como la última vez que estuve esperando a la misma mujer hice algún poema...os pongo dos uno el de la vez anterior y el nuevo...muy distintos..y con algo de mala baba.



Nada es tan impredecible como un recuerdo.
Fugaz y combativo, te abate
con un golpe de sable
en el costado más débil de tu memoria.



Debería ser amor
la más vulgar de las palabras,
ya que es moneda de cambio
entre putas y poetas.




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