
Duerme tu piel entre mis manos.
Respiras como tibia carne,
despojada del viaje,
sin nada que cubra su hondura.
Soy un faro entregado,
sé de ti desde los ecos
y aunque en el silencio
sólo te sepa abandonada,
la caracola sabe otorgarme tu voz,
profundo verso en tus abiertos labios
y en la constancia de la noche oscura.
F
10 comentarios:
El gato estaba bajo el crepúsculo. ¿De qué protegía su mirada? Tal vez sólo escucuaba, con suma atención, los susurros a su espalda.
Dulcísimo poema, Fernando. Me ha gustado mucho, así, sin más.
Hummmmm...precioso poema, Fernando.
Besos
Ay, Fernando...esa caracola que vuelve, devuelve y revuelve...
Me encantó.
Besos también.
duerme conmigo, compartamos sueños... seamos uno en ellos...
hermoso Fer...
Contigo cerca su piel no duerme...
que acurrucador esta este poema
que mejor refigio que las manos de quien te ama con locura y pasión...
Siempre en mis manos dormirá,
siempre tibia respirará,
desprendida del viaje,
hondura llana será.
Mi mirada como luz
acallará el eco,
no será abandonada
sino amparada en la quietud,
en el sigilo de la oscuridad
y su acallada voz se oirá,
si como poeta sé escuchar
el lenguaje de la mar.
Acallemos para escuchar...
encontré tu blog de casualidad y me encantó. saludos!
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