No me ha de poder robar parte de mis huellas,
seguro que mis pasos se perdieron entre las callejas de Montmatre,
mirando todavía cuadros y flores,
sentadas en un minúsculo café
donde la algarabía es santo y seña de turistas.
Al fondo, blanco y ensimismado le Sacre Coeur,
entallando su blancura con el rojo devenir del ocaso.
Es cierto que mi mirada
asemeja mucho a un cuadro
que siempre recuerdo.
Hay una atmosfera de luz en mis ojos
y sonrío en el silencio de mi mismo
cuando todavía mis manos te acarician.
El tiempo se apodera de tantas cosas
que no sabemos como defender lo nuestro,
quizás acabemos mirando un horizonte cualquiera,
un desierto en un banco de piedra
mientras de nuestras manos comen las palomas…
pero parte de mi pasado vive todavía
en sitios donde no lo encuentra la memoria.
F
6 comentarios:
Hay partes que no nos pueden quitar aunque las perdidas sean cuantiosas. Hermoso.
Besos
Alba
Hermoso y placentero paseo por los recuerdos de la memoria. Memoria de momentos vividos, recuerdos que sin saber cómo ni por qué son instantes presentes, como eternizados en nuestro pensamiento y en nuestro sentir. No los escogemos, son ellos los que deciden quedarse, son ellos los que deciden permanecer, por eso el tiempo no puede apoderarse, no puede adueñarse de lo vivido y siguen en un largo y eterno presente.
Nostálgico, melancólico pero amables recuerdos.
Besos
¿reencarnaciones Fernando?
Lugar alto y sublime es Montmatre
Besos ♥
M.
La juventud es como tu alma, eterna. Besitos Fernando.
Me gusta el cambio de diseño que has hecho en tu página.
Y este melancólica poema sobre la memoria perdida y que nos pierde, una maravilla.
Abrazos.
Al ver la foto pensé: yo he estado allí...porque en Montmartre he estado sin estar...
bella y curiosa memoria, como tú nos cuentas hoy...
bss
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