
Detrás de mis palabras siempre se esconde la verdad,
esa que se desviste tras las cortinas de la casa
y que sale cuando el silencio de la habitación le da motivos.
Nada llevo en los bolsillos que se pueda decir que es algo preciado,
debe ser conforme a todo que mi cartera guarda la vida
y me hace suplantar la personalidad de otro,
un ser apreciado por la sociedad y con éxito.
Por mi parte cada vez me desprecio más,
he llegado a tentar el abismo,
pero como soy un cobarde
y siento la vileza del vértigo
he preferido seguir este juego
el que me hace ver todo lo que me rodea
como algo lleno de emociones
y sufrir los golpes de la calle en mi cuerpo….
Me he convertido en un fajador nato.
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6 comentarios:
Si supieras como te entiendo.
A veces ya no se puede mas.
Un abrazo.
Reconocer nuestras propias limitaciones nos obliga a ser buenos fajadores.
Abrazos.
Comparto la misma opinión que Oceanida..
Besines
MMMMMMMM??????? No se, yo odio mis limitaciones... aunque las conozco las odio!!!
Hace poco conversaba con alguien sobre el ego. Me gusta tu yo, limitado y bello. Un beso Fernando¡
Esto es lo que se llama meter el dedo en la llaga, Fernando. Aún así, ¿qué hacer, sino seguir?Seguir, intentando arrancar un poco de belleza a los días.
Un abrazo.
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