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ESCRIBO PARA REDIMIRME DE MI MISMO

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miércoles, 6 de agosto de 2008

La tarde ( y 2) ....



Quizás la tarde sea un rosario de bienes.
Afuera nadie conserva el deseo,
hay ardientes muros donde se refleja la sangría,
una sombra es a veces una penumbra para el alma.
Tú y yo entre estas cuatro paredes
hemos detenido el tic tac de nuestro pequeño mundo.
No sé más que perderme entre tus dedos,
saborear el almizcle que me ofreces antes de devorarte como presa,
aunque nadie conoce mejor que tú toda la magia que posees.
Intento subir por tus piernas
al paso lento del sendero que me marcas.
Cruza una ambulancia la avenida,
parece el resuello de la fiebre,
el resorte que te hace despertar.
Ahora me dominas el cuerpo,
tu boca me sustrae y me transporta,
puedo sentir tu respiración en mi pubis,
los golpes de timón y la marea
mientras me pierdo mirando la paloma de Picasso
y entre mis dedos tu pelo se hace una ensortijada selva.

F

martes, 5 de agosto de 2008

Crece el viento






Crece el viento.
Los presagios de ti son lluvia en las Azores.
Hay un lamento continuo entre mis manos:
te saben en los límites de tu piel,
en lo recóndito.
Cada silaba que sustraen de tu epidermis
se recrea en la mía.
Mi piel también te llama con urgencia ebria.
Conduzco un barco sin rumbo, sin pulso.
No me reconozco en ningún puerto,
aunque ellas, fugaces, sepan del asombro y del amor frutal
en que dos sombras encadenan unas horas.
Los pájaros abren sus cuencos y me devoran los olvidos,
en sus miradas sostienen un reflejo de todo lo que temo.
Hay palabras rojas en el agua,
gotas indescifrables que tu leías en la maleza de la selva.
Los pétalos del sol arrecian
como si nunca llegará la tarde a enmudecer,
pero en este banco,
bajo esta sombra,
sólo los aspersores
defienden el territorio cada amanecer.




F

lunes, 4 de agosto de 2008

La tarde....






La tarde habilita un trasiego de murmullos.
¿Qué tendrá este estío que me inunda?
Su desnudo abre el fértil regalo de la sombra.
La persiana deja entrever los golpes de la luz:
la cama de madera, las sábanas azules,
el color terroso de las paredes…
Soy un desierto de sed inquietante.
Fruta madura, tus pechos me sostienen.
Ahora con suaves y constantes círculos
tocas tu sexo con los dedos.
Me miras desde el silencio antes de cerrar los ojos
y darme la humedad de tus yemas a mis labios.
No sé cuantos incendios traerá el ocaso,
este atardecer de pérdidas,
pero mi boca sabe ahora de la tormenta
y del agridulce sabor de la lluvia.




F

domingo, 3 de agosto de 2008

Arrecia la lluvia






Arrecia la lluvia y su silencio no es la luz de tus ojos.
La tristeza es un sendero inacabado,
por eso perderse en ella cuesta tan poco.
Es cierto que si he de elegir
prefiero estar dormitando en tu regazo,
respirar el olor corporal de tus tardes,
sentir palpitar tu corazón
y oírte cantar viejas canciones
de héroes y sueños
mientras beso tu piel y te acaricio.
En ese cuarto que ilumina un mar ebrio de ti
he de dejar todo mi orgullo,
deshacerme en tu cuerpo
siguiendo el ritmo pausado de tus dedos
al recorrer mis cabellos
y saberte sabia al murmurar palabras sobre mí.
Puede que el deseo me inunde
y tenga un rastro de océano
en el que ahogarme contigo,
e incluso sepa darte el placer
más humano que conozco.
Ha de haber un mundo sin tiempo
para fundirnos un instante…
A veces el amor sólo dura eso,
una tarde de un verano calido,
porque nunca vuelve a ser igual.


viernes, 1 de agosto de 2008

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