ESTRAVAGARIOSIGLO21

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sábado, 5 de julio de 2008

Las campanas de Bastabales




Campanas de Bastabales:
cando vos oyo tocar,
mórrome de soidades.

Rosalía de Castro



Un hombre puede oír tañer las campanas del atardecer
y pensar en el trascurso del tiempo,
en unos segundos pasa un tren
que le lleva hasta su infancia
y consigue alcanzar todas las estaciones de su nostalgia,
o puede ser que cada campanada tañe el nombre de alguien
y entonces las mastica lentamente,
una tras otra caen en el foso de sus secretos
trayendo de nuevo un episodio de su vida
que la memoria le esconde.

F

viernes, 4 de julio de 2008

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Tengo el dolor de las ausencias,
el hambre desmedida del felino
en la noche oscura y desolada.
Puedo ser un cerco de fuego
altivo en la humedad de tu cama,
y contigo salir ardiendo
en el fragor de nuestro encuentro
o sólo ser silencio en tus palabras,
al ahogarme como hiedra asesina
que nunca está conforme.

Llueve en el límite,
el mar dejó su costra de huidas.
Hoy los desiertos remontan,
crecen las dunas.
Sopla un viento negro.
La noche se dispara como un fusil sin tiempo,
una parada de metro vacía
o un pub con sus puertas cerradas y sucias
donde dormitan los abandonados,
son tristes lugares donde reposa mi mirada,
y mientras sigo los pasos del tigre:
te busco como si en ello me fuera la vida......




F

jueves, 3 de julio de 2008

Palabras






Hay palabras para todo lo que rodea nuestro universo,
las hay para el amor y la esperanza,
para la guerra, el armisticio, para la paz.
Hay palabras que nos hablan de la ausencia,
de la desolación, de la espera, del ayer, del mañana.
Palabras que nos rompen el corazón,
otras que nos alegran los instantes,
palabras para el deseo, lo fugaz, lo imposible,
todo lo que sirve para reír o llorar,
navegar, circular, correr,
viajar en tren o en barco,
despedir el día,
despedir el amor.
Hay palabras que sólo saben dos cosas,
otras son sabias y generosas,
hay palabras del pan y las aceitunas,
el aceite y los aperos de labranza,
de la fabrica, la tienda y todos los colmados.
Palabras que encierran un secreto,
palabras de fulleros,
ruines y embusteros,
ladrones y asesinos,
palabras de germanía
y palabras de fuste y tronío,
de alabanza y burla,
resquemor y deuda.
Palabras de requiebros, buscones y tahúres.
De vicios, guarderías, ciegos y borrachos,
palabras de niños, muchachos y viejos,
palabras anquilosadas, nuevas,
reaccionarias, justas y libertarias…
hay palabras para decir silencio
y hablar de los mares, de los ríos,
de todas las selvas y todos los desiertos…
hay palabras para todo el universo,
¿cómo no voy a tener palabras para decirte que te amo?



F

miércoles, 2 de julio de 2008

No serán los muelles del amanecer






No serán los muelles del amanecer
los que hoy me lleven lejos.
Hay tantas noches en ti
que es posible morir varias veces en tus brazos
y dejarse llevar en la marea,
al otro lado de la costa,
donde todavía circula el silencio
como la sombra de un hombre
o el deleite de una caricia.



F

martes, 1 de julio de 2008

Quiere el viento



Quiere el viento llevarte de mi palabra la humedad
como si el eco fuera parte de una tormenta
y este verano nocturno creciera en tu corazón
haciéndose salvaje e impenetrable bosque.
Muelles de espera en la mirada del hambre
y lluvia, mucha lluvia
trasladando el empapado enjambre
hasta los confines cercados por tu boca.
Seré un precio caro donde perderte,
en ello te ira la vida,
y no será en tu cama donde amaneceré,
salvo mi sangre encharcando tus sábanas
de mí no quedará nada,
aunque tengas un océano azul entre tus piernas
y en tus pechos aniden las águilas.
Cada mano tuya será una hiedra que subirá por mis muslos
y se abandonará en mi sexo para deshacerme,
mientras tus labios desnudarán mi alma
y deshojarán del aliento todos los silencios,
para que mi dicha sólo sea un racimo de horas
y un nuevo naufragio tras morir contigo.



F

Los trenes de la lluvia






Siguen los trenes solos rodando con la lluvia

P.Neruda



Puedo robarte un beso,
esperar que la noche sea sincera
detrás de esta lluvia sin rostro y sin medida.
Hay estaciones en que las palabras habitan los viejos estantes,
son como los números de un almanaque,
se graban en la soledad de las esperas
y hacen que los raíles forjen un sendero de encendido fuego.
Traerás algo más que tu boca al encuentro conmigo,
impreciso instante que marca un viejo reloj,
pero no zozobra el ansia de volver a verte
sólo que hay una tristeza alrededor del andén,
como si todos mís muertos
fueran a venir en el próximo tren.




F

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