
Hay noches que guardan la simiente del deseo.
En sus aledaños cruzan las palabras como susurros
y la piel se eriza, expectante y deseosa
ante el cosquilleo de la sangre
y el sabor arenoso de la boca.
Todo se transforma. El cuerpo es agua recogida
entre las manos ardientes del amante
y la humedad de los labios dibuja interrogantes
que en la mañana apenas podrá recordar.
En la habitación del hotel, los muebles silenciosos
son los arrabales donde respirar
y alargar en el humo de un cigarrillo
la penumbra en que la noche habita.
Ella duerme y tú, tranquilo, recoges,
admirando su cuerpo desnudo,
los últimos vestigios de la pasión.
Poema ya publicado en Septiembre 2007
F
3 comentarios:
hay musgos sin muebles,
descansos sin humo,
vestigios sin sueño,
pero la pasión
perdura
Pues ya estoy de vuelta, y lo primero de todo decirte: GRACIAS.
Besos
Pero la pasión, sigue estando viva, a pesar de que la noche termine...
besos
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