Faros LXXIX

 

Hay verbos que tienen su propia luz.

Caricias que surgen en la oscuridad.

Un eco interminable que conoces

que sabe dirimir todas las batallas

para sembrar de luciérnagas tu piel.

F.

  

 

Faros LXXVIII

 

Las sílabas de tu nombre

son ráfagas de luz sobre el mar.

Si fuera pájaro volaría hasta ti

e inundaría con mi canto tu mundo.

En esta roca sobre las mareas

solo puedo dejar escrito en el aire

la palabra que me ahoga.

F.

 

Faros LXXVII

 

Anochece y sabes derribarme

con tu silencio arbóreo.

Crezco sin palabras.

Ilumino la urgencia.

Soy esa extraña marea

que te inunda

con un ir y venir

sobre tu piel,

signos de morse

que abren tu noche.

F.

  

Faros LXXVI

 

Derribo los sueños

que ya no nos sirven

mientras dejo marcas de lluvia

sobre tu piel.

Una vez más soy el ángaro

que ilumina la desolación.

Ciertas palabras que te digo

siempre te hacen estremecer.

F.

Faros LXXV

 

Me nombras con voz queda.

Soy el pájaro de fuego

que arriba hasta tu cuarto

desde un ángaro nocturno

y abre tu cuerpo a la ebriedad

de un instante inolvidable.

F.

Faros LXXIV

 

Previo al deseo

cruzo la estepa solitaria.

Me muestro ante tu mirada

como un rayo de luz

que te desnuda.

Ahora en mi llamada

soy el eco que palpita

y desembala tu corazón.

F.