ESTRAVAGARIOSIGLO21

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ESCRIBO PARA REDIMIRME DE MI MISMO

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jueves, 30 de noviembre de 2017

Poemas de Noviembre 2017





Nov. 2017










La holgura de nosotros se deja la calima de todo lo que hemos sido.


No tengo en mis manos más verdad que tu silencio.








Frecuento el camino de los cipreses.


Escucho en ellos el sonido del viento.


La calma extendida sobre un suelo de ceniza.








En el mármol blanco las palabras cobran sentido.


Son como balas de plomo sobre el corazón.


El epitafio que nos reserva la eternidad.









En las manos queda el aroma del espliego.


La ropa recogida en arcones.


Los muertos que nunca se olvidan


en esa verdad de semillas y raíces propias.









Somos recuerdo.


Todo lo que sostengo en mis manos


tiene remansos de dolor,


agua amarga que sigue fluyendo.








Desaparecer es el final del viaje a Ítaca.


No suenan esos versos en el corazón


Pero la piel sabe que nada perdura.








Perdura la cadencia de ser.


Uno a uno todos los misterios se abren ante ti…


aunque seguramente no sepas descifrar cuál es el sentido de la vida.








Cae la niebla como un poso


que nombra lo inevitable.


Las hojas han caído.


Mi corazón se ha dejado


pedazos entre esa muerte diaria.








La urdimbre de la ira sabe guarecerse en mis venas.


No hay grito más profundo que este que desembala la noche.




10º



Sin puentes,


la aurora ha dejado su bruma sobre la tierra.


Yo ya soy la huella de lo que he sido.


Lo anterior al olvido.




11º



Respirar como un faro.


Un morse de luz y oscuridad.


Ese símil es todo lo que tengo


en las noches de insomnio


con la brasa incandescente de un cigarrillo.




12º




La herida, a veces es


como una llama que ilumina y pregunta…


Un constante por qué?





13º



Cuando la voz se hace ceniza


y el viento trae su eco,


los murmullos ya no son nuestros…


son de los muertos.




14º



Ciertas palabras quedan siempre en el corazón.


Uno va calibrando su densidad


y sosteniendo en solitario su valor eterno.





15º



No sostengo más que un mundo diminuto.


En él la luz adormece el frío incesante del mármol.




16º




Frente a toda esta oscuridad


sigue el niño preguntando


por sus juguetes de hojalata


y su descabezado caballo de cartón.




17º



Algo de este tiempo de bruma va a quedar en el corazón.


Las huellas han dejado un surco abierto,


una senda por donde solo se escucha hablar al silencio.




18º



Los muelles del otoño guardan la cadencia de nuestros pasos.


Suenan inesperados entre la madera de los barcos.


El mundo duerme, el muelle susurra la humedad del otoño.



19º



De nuevo somos lo imperceptible.


Nada de ayer que asemeje a un salto de agua…


Quizás nos quede entre las manos el aroma del otro


Un hilo de luz que lentamente se va apagando.




20º



Prescindo de los últimos salmos.


La oquedad es una hondura sin nombre.


Tierra sobre tierra,


un cúmulo de voces llamando al silencio.



21º



Después de irnos la estación permaneció vacía.


Hay ausencias que guarda el tiempo


y trenes que nunca vuelven a pasar.




22º



La ceniza cubre mis manos


No recuerdo la brasa donde nacieron


aunque en mi dedos


quede para siempre la marca del fuego.




23º




Contemplo la línea del infinito.


Preveo un lugar sin palabras


donde todo tenga el valor de una mirada,


el peso de una huella de pájaro,


la señal de la ceniza entre los dedos.




24º



Abro este mes al barbecho.


Noto los surcos que guardan silencio.


Morir o dejar que el tiempo solo sea un estado de ánimo.




25º



No encuentro el lado amable del silencio.


Una jauría de lobos incendian la noche…


percibo el vaho de su aliento rodear mi cuerpo.




26º



Una pregunta cae sobre mí.


No siento nada más


solo un sabor amargo a cicuta…


la metáfora del veneno


me trae a ti.



27º



La memoria dibuja sobre el tapiz


las largas noches del verano.


Ahora dejo en la mesa viejas cartas


donde solo se leen voces de invierno.




28º



El auriga a su paso desnuda el amanecer.


Señales de lumbre y de silencio.


El precio de la batalla


también tiene tu nombre grabado.



29º



Siento el peso de la ceniza sobre mí.


Nadie vendrá a alcanzar mi mano.


Solo pájaros y la fuerza del silencio


arriman su camino al mío.




30º



Y ahora que todo es como siempre


un poco de lo que te daña


y va hurgando en tu corazón


como un gusano manso…


¿Cómo decir más de este noviembre que cesa?







lunes, 6 de febrero de 2017

domingo, 5 de febrero de 2017

Escucho los latidos de un ángel






Escucho los latidos de un ángel.
Entre las manos me queda el polvo de sus alas.
Un sueño nocturno de puentes levadizos,
el azul y no el blanco satinado de sus labios en mi pecho.
Se ha disuelto un aroma a sándalo
como el humo de un incendio lejano,
he sentido en mi boca
el almizcle en que se junta un silencio y la palabra,
la voz de los sasánidas, la música de un persa,
el laúd envolviendo con sus notas los últimos pasos de la noche.




f.







Ella...








...

ella que sabe trepar como las hiedras
y descolgarse en pétalos de rosa sobre mi boca.



f.




Reúno una gavilla de sensaciones








Reúno una gavilla de sensaciones,
la mies del tiempo en un verano largo.
Tengo un ábaco cubierto de preguntas,
una certera llama,
la noche pronunciándose en el fuego.

Dudas respirándome en el pecho.

Cada latido una flor, una amapola,
un ramillete de cerezas,
una rosa roja olorosa y esquiva.
Todos los pájaros solitarios,
las luces derramadas en los charcos,
la violencia del viento en las esquinas,
rastros de ellas entre las gotas de la lluvia,
el dolor del silencio
contenido en un amanecer de invierno,
la nieve, la escarcha, el rocío…
cuerpos delatándome entre las sábanas
lo promiscuo de un deseo.

Algo contiene este puente que cruza el desierto,
ese faro habitado por el diablo,
una mirada sin más búsqueda que la certeza
de que todo es imposible y por eso se busca.

El saber de los bosques en los ojos,
el recorrido que el mar deja en la boca,
cada puñado de centeno entre los dedos,
la miel de abejas laboriosas
o el escanciado fruto de lagares,
todo viene a mí envuelto en la luz
o derramándose sobre mi pecho
como un estigma doloroso
o una desazón que se reposa
entre los pliegues volubles de mi desconcierto.



f.




No cabe la noche entre tus dedos fríos








No cabe la noche entre tus dedos fríos.
Una mirada de nieve puede derrocarnos,
tendernos en mitad de este silencio
y escribir allí, con lágrimas, lunas de basalto.




f.




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