Faros XXXI

Te respiro de noche,

cuando vienes de lejos a buscarme,

y en cada ráfaga que lanzo hacia tu corazón

va siempre una respuesta a cada una de tus dudas.


f.

Faros XXX

Si solo fuera este ir y venir en las mareas

cuando la soledad se extiende con su mano húmeda,

tendría la noche para pronunciarte,

despacio, usando como un eco

que insiste en cada golpe de luz con tu nombre.



f.

Faros XXIX

Hurgo en la hondura oscura de la noche.

Respiro buscando el horizonte

mientras mis labios pronuncian,

sin yo saberlo,

palabras que queman.

f.

Faros XXVIII

Apenas sabes de mí

más que este rastro de luces

que quedan en tu piel.

Un sabor marino en que te cerca la isla,

yodo, sal, agua luminosa…

y unos labios húmedos

que en la noche

te dejan impregnados

de la soledad del faro.

f.

Faro XXVII

Serpentea la niebla el abismo y su vértigo

y todo el silencio del fin del mundo calla ante nosotros.

Arriba a mí como si fueras esta lengua húmeda,

llévate esta soledad de azules,

el grito de las gaviotas,

la urgencia de desaparecer

y tenme entre tus brazos,

ahora que sólo la llamada del faro

es un quejido de bocinas,

una campana que hace eco en el horizonte,

la fiel despedida del miedo.


f.

Faro XXVI

Hay penumbras que duran la eternidad de un beso

mientras que un faro busca en el mar los recodos de lo perdido.

f.