Miro el cielo abatido por la oscuridad

VII


 Miro el cielo abatido por la oscuridad.
Lejos debe haber una verdad diferente
con senderos de milenios y fuego
que apenas caben entre mis manos de hombre.
Perdono todo en estas horas de lluvia,
solo escucho respirar la tristeza
como un habitante solitario de la noche.


  f.

Será la lluvia

V

Será la lluvia, lo incesante del otoño,

una distancia de nombres y noches

donde todo se somete a la mirada incisiva del tiempo.

Vendrás a mí, a morder en mi boca,

creciendo desde mi corazón

hasta el lado más oscuro que de ti guarda mi sangre.

 

f. 

Un tren tras otro

IV

Un tren tras otro tiene a la noche esperando.
Es la cadencia de imposible relato
que queda en tu corazón cuando acaricias la penumbra.




f.

No hay preguntas que alcancen el cielo

III

No hay preguntas que alcancen el cielo.
Unas nubes desde el norte atraviesan el páramo
y dejan cierta sensación de ausencia,
traen un poso de inquietud,
como lágrimas anhelando mis ojos,
y la lejanía como único vínculo con el pasado.

f

Hay junto a mí

II


Hay junto a mí demasiadas sombras,
 unas y otras guardan su cansada ira sabiéndose muertas.
Mi memoria es un jardín con una vieja tapia de adobe,
dentro se oyen pájaros
en el fragor encadenado del silencio.

f.

Arqueo las cuentas de los días

I 

Arqueo las cuentas de los días. 
En mis bolsillos encuentro la verdad, 
 la verdad simple que te dan las cosas sencillas, 
desde un amanecer 
hasta contemplar como el viento arrastra la hojarasca. 
Tengo la sensación de que siempre pierdo. 
Quizás le exijo demasiado a la vida 
y no sé medir con exactitud
 lo que pueden alcanzar mis manos.




F