Desnuda, la caricia quedó entregada en el límite. Un rincón de mí se dio entero, se estremeció en el dolor y en la dicha, se asentó en tu piel y escuché entonces, desde la lejanía, palpitar la vida.
Vinieron a callarse los pájaros. En el silencio desbordado de la lluvia eras la honda abierta al combate, la huella caliza entregada a mi. Lacustre humedad la de tu boca, rincón del cielo desbordado por mi lengua, te hiciste suave enredadera cuando no hubo más luz que la de tus ojos y las palabras supieron del fuego el lado más duro de la noche.